
El plagio es un acto que no solo roba contenido, sino que hiere la confianza, la creatividad y los lazos comunitarios
El plagio, definido como la apropiación indebida de ideas, creaciones o identidades ajenas presentándolas como propias, trasciende el ámbito legal para adentrarse en el terreno ético y filosófico.
Es un acto que no solo roba contenido, sino que hiere la confianza, la creatividad y los lazos comunitarios. Sin embargo, al reflexionar sobre el plagio, surge una pregunta inevitable: ¿hasta qué punto todos, en nuestra creación, nos nutrimos del conocimiento colectivo? ¿Es posible crear algo completamente original, o nuestras ideas son siempre un eco de lo que hemos aprendido de otros?
He sido víctima de un plagio que marcó profundamente mi relación con este concepto. La página de Facebook de Colectivo 7, un espacio que durante siete años creció orgánicamente hasta reunir más de 4,000 seguidores, fue renombrada como “ReyFilosofo by Seresarte C7 & Renova” por alguien que se autoproclama “filósofo”. Este acto no solo despojó a los creadores de su legado, sino que evidenció una desconexión con los valores de comunidad, respeto y autenticidad que Colectivo 7 defiende.
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La página era un reflejo del compromiso por revitalizar el Río Magdalena, el último río vivo de la Ciudad de México, a través del arte, la cultura y la salud mental. Su apropiación no fue solo un robo de contenido, sino una herida a la memoria colectiva de una comunidad dedicada a preservar un recurso natural y cultural invaluable.
Sin embargo, al analizar este agravio, me pregunto: ¿he incurrido yo también, en algún momento, en una forma de plagio? Todo lo que escribo, pienso o creo está impregnado de las enseñanzas de otros, de un conocimiento transgeneracional que se transmite a través del lenguaje, la cultura y la experiencia. Como dice Michel Foucault, las creaciones son productos colectivos, tejidos en un diálogo cultural que trasciende al individuo. Pero incluso bajo esta perspectiva, el plagio deliberado es injustificable: silencia a los verdaderos autores, distorsiona el diálogo y traiciona la ética de la comunidad. Crear desde lo colectivo implica reconocer y honrar las voces que nos preceden, no usurparlas.
Desde la filosofía, el plagio se revela como un acto profundamente inmoral. Para los estoicos, como Séneca, la virtud es el pilar de una vida plena, y la integridad en nuestras acciones refleja el respeto por nosotros mismos y por los demás. Apropiarse de una página que representa años de esfuerzo colectivo es un acto de deshonestidad que contradice estos principios. Kant, desde su ética deontológica, argumentaría que el plagio utiliza a los creadores originales como medios para un fin egoísta, violando el imperativo categórico de tratar a los demás como fines en sí mismos. Desde el utilitarismo de Bentham, el plagio es igualmente condenable, pues beneficia a un individuo a costa del perjuicio de una comunidad entera.

Que el responsable se autoproclame “filósofo” es una ironía profunda, pues la filosofía socrática exige coherencia entre discurso y acción, y el plagio es, en su esencia, una mentira que traiciona la búsqueda de la verdad.
El impacto del plagio trasciende lo material. Perder una página con más de 4,000 seguidores que de manera organica se consiguieron con el tiempo, significa perder un canal vital de comunicación con una audiencia comprometida con la causa del Río Magdalena. Es borrar la visibilidad del trabajo de artistas, pensadores y activistas que, durante siete años, construyeron un espacio de expresión, conexión y memoria.
Este acto de apropiación no solo fragmenta la confianza, sino que debilita el tejido ético que nos une como sociedad. El plagio no es solo un robo de ideas; es una herida a la creatividad, a la identidad colectiva y al diálogo genuino que sustenta el progreso cultural.
Sin embargo, ante el dolor y la indignación, elijo soltar el enojo. Reconocer el daño del plagio es el primer paso hacia la sanación, pero también hacia la construcción de una comunidad más consciente y conectada. Por eso, desde Colectivo 7, hemos creado un nuevo espacio: Salud Mental C7.
Esta página, que integra la salud mental como pilar fundamental, busca ser un faro de conciencia, comunidad y conexión. Deseamos que crezca con el apoyo de quienes creen que abrir nuestra conciencia nos permite recobrar nuestra esencia original. Que este nuevo comienzo sirva para otros, inspirando un diálogo ético y creativo, siempre acompañado por los valores de comunidad, conexión y respeto.
Idea Final:
Suelto el enojo que el plagio produjo, confiando en que la página que con tanto cuidado fue elaborada inspire a otros a crear con autenticidad. Que los mensajes de Colectivo 7, centrados en la revitalización del Río Magdalena, sigan resonando, siempre acompañados de los pilares en los que creemos, Comunidad, Conexión y Conciencia.
DZ