Wormbot, un robot hecho con piezas Lego, reproduce en forma digital el sistema nervioso de un gusano nematodo; se mueve y evita obstáculos aunque no fue programado para ello, ya que sus movimientos autónomos (hacia adelante, atrás, y girar cuando se topa con un obstáculo) responden a la implementación binaria del centro nervioso del gusano. … Continued
Wormbot, un robot hecho con piezas Lego, reproduce en forma digital el sistema nervioso de un gusano nematodo; se mueve y evita obstáculos aunque no fue programado para ello, ya que sus movimientos autónomos (hacia adelante, atrás, y girar cuando se topa con un obstáculo) responden a la implementación binaria del centro nervioso del gusano.
Es así como Wormbot se comporta igual que el gusano, porque el cerebro digital reproduce el funcionamiento del sistema nervioso del nematodo que mide un milímetro de largo y tiene 95 músculos con mil 410 uniones. El microprocesador del robot simula su conectoma (el mapa de las conexiones entre las 959 células, 302 neuronas y 6 mil 393 sinapsis) y tiene un funcionamiento lo más parecido posible al de este pequeño gusano, un Caenorhabditis Elegans, elegido por su sencilla estructura y porque su genoma ya fue secuenciado, lo que aporta información muy detallada sobre su funcionamiento.
Debido a que su cerebro es relativamente sencillo de simular mediante software, Tim Busbice, un investigador que tomó los datos de un proyecto llamado Project OpenWorm -que logró crear la versión virtual del gusano (y es un modelo computacional de código abierto)- los conectó a un robot, que en vez de 95 músculos (que hacen ondular el cuerpo del nematodo para moverse en el agua) tiene dos ruedas, además de un micrófono y un sonar, que reemplazan los sensores químicos con los que cuenta el gusano verdadero.
Una vez cargado el software que simula el cerebro, Busbice logró que el robot se moviera a los lugares de donde viene un sonido, como haría el gusano real si encontrara trazas de alimento en el agua.
Sorpresivamente, El robot comenzó a comportarse de manera similar a como lo haría un gusano real, moviéndose y esquivando los obstáculos, aunque Busbice no lo había programado así. Los movimientos del robot han aparecido de manera espontánea, realizándolos por las reacciones que ya estaban determinadas por las conexiones del cerebro original.
La idea detrás de este proyecto, que se financió con éxito en Kickstarter el pasado mes de mayo y que está en pleno desarrollo, es tratar de entender mejor cómo funciona el cerebro.
Los resultados de OpenWorm podrían ser útiles en multitud de campos, incluyendo la programación, la inteligencia artificial, e incluso la investigación sobre enfermedades que atacan el cerebro como el Alzheimer o el Parkinson.
Con información de CNN y La Nación.