Actualmente, la adicción a los juegos de video en los adolescentes ha crecido de una manera exponencial, afectando principalmente la convivencia que se tiene con la familia, las relaciones interpersonales que pueden realizar con sus compañeros de escuela fuera del internet, su desempeño escolar, sus horas de sueño, así como otros hábitos como en la … Continued
Actualmente, la adicción a los juegos de video en los adolescentes ha crecido de una manera exponencial, afectando principalmente la convivencia que se tiene con la familia, las relaciones interpersonales que pueden realizar con sus compañeros de escuela fuera del internet, su desempeño escolar, sus horas de sueño, así como otros hábitos como en la alimentación.
Estos problemas que se han generado en los adolescentes de estas últimas generaciones no es algo exclusivo de México y en China ya están poniendo acciones reales para la “rehabilitación” de estos jóvenes para que nuevamente puedan adherirse a una vida normal.
De acuerdo al Ejército Popular de Liberación de Chino, “La adicción a internet provoca en el cerebro problemas similares a los derivados del consumo de heroína, destruyendo las relaciones sociales y deteriorando el cuerpo”, además aseguran que las últimas matanzas en los Estados Unidos están relacionadas con la adicción a los videojuegos y el internet.
El psicoterapeuta chino, Tao Ran, afirma que la adicción al internet produce depresión, violencia contra los padres en el 58 por ciento de los casos, incidencia de delitos juveniles en un 67 por ciento y “desviaciones sexuales” causadas por el consumo excesivo de pornografía por parte de los contenidos en línea.
Dichas estadísticas fueron la razón para que Tao Ran fundara un centro de desintoxicación de la adicción a internet en el Hospital Militar General de Pekín, donde fueron y están siendo atendidos más de 6 mil jóvenes a quienes se les aisla del mundo, sobre todo de los aparatos electrónicos como videojuegos y computadoras con internet.
Uno de estos 6 mil casos es el de Chen Fei, un joven que fue llevado con la mentira de sus padres de que irían de vacaciones desde la provincia de Hunan a Pekín. Al llegar a un edificio que no parecía muy divertido para unas vacaciones, el adolescente empezó a sospechar que no era un buen inicio de sus descanso escolar de verano.
Al salir de una pequeña entrevista con un militar, sus padres decidieron hablar con Chen, la encargada de tal misión era su madre con la que aún mantenía una relación amistosa, dado que el joven se había peleado a golpes con su padre cuando este le prohibió estar sumergido en internet. Al momento que su mamá habló con él, Chen pareció reaccionar de manera calmada, algo raro en los de primer ingreso que intentan escapar y le gritan a sus progenitores quienes lo mandan internar en el centro.
Sin embargo, cuando Chen se dio cuenta de lo que le esperaba, un tipo encierro con disciplina militar para aliviar todo tipo de adicción, el joven insultó fuertemente a su madre e intentó golpearla así como lo hizo con el padre. Inmediatamente, los encargados del lugar detuvieron al joven con correas y enseguida una enfermera corrió a aplicarle una inyección con calmantes; mientras que sus padres rompían en llanto.
La rutina que es aplicada en el Centro de Rehabilitación empieza a las 6:30 h donde los alumnos deben despertarse y vestirse con sus camisetas de camuflaje para ver desde un monitor a una persona, no muy amigable, quien les pasa lista. Aquí es donde los demás pueden detectar quienes son los nuevos internos, pues llegan tarde a la actividad, lucen rebeldes o contestan de mala gana “Presente” al escuchar su nombre.
Después del pase de lista, los jóvenes deben asearse en 20 minutos para empezar su primer entrenamiento físico militar bajo una temperatura de 30 grados y la capa de contaminación que sufre Pekín como varias ciudades chinas.
“Al llegar resultan muy altivos, pero están en mala condición física. Se rompen cuando tienen que correr o hacer flexiones. Eso les pone en su sitio”, explica Ma Liqiang, ex soldado y profesor de comportamiento. “El objetivo de la instrucción es triple: aprender a respetar la autoridad, fortalecer el físico y crear una rutina muy regular. Al principio es duro, pero al cabo de unos meses los resultados saltan a la vista”, agregó.
No todo es disciplina militar y ejercicios exhaustivos en el centro, pues durante la tarde los adolescentes deben lidiar con su peor pesadilla: tiempo libre sin internet. Dentro de estas horas pueden entrar con terapeutas para desahogarse, leer, jugar cartas, convivir con sus compañeros u organizar partidos de cualquier deporte. “Sé que es parte del tratamiento, que esos tiempos muertos nos impulsan a establecer relaciones entre nosotros, pero resulta duro. (…) La mayoría tardan en reconocer que sufren adicción a Internet”, reconoce un joven.
Tao Ran reconoce que se están multiplicando este tipo de centros de rehabilitación en China y en el mundo, solo que destaca la disciplina militar agresiva sin ningún fundamento científico, lo cual ha provocado que los adolescentes en vez de ser rehabilitados, sufran maltratos por los castigos excesivos.
La adicción al internet y a los juegos de video puede nacer como una pequeña distracción para el adolescente de los estudios o el trabajo, pero sin la supervisión de los padres en el tiempo que se le debe invertir a esta actividad, el adolescente puede llegar a sufrir una adicción que lo lleve a la violencia, dejar sus actividades y no relacionarse con la gente.
Con información y fotos de El País
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