Si le propusieran dormir 22 horas al día y solamente estar despierto dos para comer, ir al baño y tomar agua, ¿qué diría? A lo mejor la primera vez le encantaría quedarse en su cama durante todo el día, pero conforme vaya pasando el tiempo le termine hartando. Esto que le describí es una enfermedad … Continued
Si le propusieran dormir 22 horas al día y solamente estar despierto dos para comer, ir al baño y tomar agua, ¿qué diría? A lo mejor la primera vez le encantaría quedarse en su cama durante todo el día, pero conforme vaya pasando el tiempo le termine hartando.
Esto que le describí es una enfermedad que se llama síndrome de Kleine-Levin, que también se le conoce como de la bella durmiente, y consiste en que una persona duerma 22 horas y solamente las dos restantes le sirvan para hacer actividades fisiológicas necesarias.
Uno de estos casos es de Beth Goodier, una mujer británica que dice sufrir el síndrome desde los 16 años “He pasado la mitad de mi vida en cama. Otras personas van a colegios, universidades, consiguen trabajo y se buscan a sí mismos. Mi enfermedad te roba todo eso. Mi vida está suspendida. Solo recuerdo retazos, es como si mi vida desapareciera”, aseguró.
El exceso en las horas de sueño, así como no dormir nada, afecta a las personas principalmente en el sistema nervioso, pues deteriora capacidades mentales, les provoca agresividad, conducta sexual desinhibida y desorientación.
Beth lamentó que, a pesar de estar en edad de salirse de su casa, su mamá tuvo que renunciar al trabajo para cuidar de ella. La mujer de más de 30 años es una de las mil personas en el mundo con este síndrome; se cree que para 2030 ya haya desaparecido por completo esta enfermedad en el mundo.
Con información de La Vanguardia
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