La Corte estuvo en un tris de que resultara su presidente la increíble candidata favorita del presidente López Obrador, la ministra Yasmín Esquivel Mossa
Vuelvo a este espacio luego de vacaciones. Gracias, MILENIO, por esta pausa.
El espacio es el mismo, pero tengo la sensación de que no regreso a comentar el mismo país, sino un país algo mejor que el de finales de 2022.
Hay un hecho político mayor y dos indicios importantes de cambios que hacen la diferencia.
El hecho político es que la Suprema Corte recuperó el mando sobre sí misma, luego de cuatro años de una presidencia errática y politizada.
Al elegir el 2 de enero como presidenta a una ministra independiente y profesional, los miembros de la Corte rompieron el techo de cristal que impidió durante doscientos años que una mujer llegara a esa posición.
Pero también restablecieron, en lo que a la Corte toca, la división de poderes que debe regir y equilibrar las democracias.
Antes de ese momento, México estaba en riesgo de ver sometidos los tres poderes de la Unión a la voluntad de uno solo.
La Corte estuvo en un tris de que resultara su presidente la increíble candidata favorita del presidente López Obrador, la ministra Yasmín Esquivel Mossa.
Esto habría convertido a la Corte en una versión con esteroides de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, entregada a una seguidora ciega de la llamada 4T.
El azar y la sociedad civil le cerraron el paso encarnándose admirablemente, esta vez, en la pluma del escritor Guillermo Sheridan quien probó, a unos días de la elección, que la candidata del Presidente había plagiado toda su tesis para recibirse de abogada y estaba en duda incluso la validez de su título profesional.
Los intentos de la ministra de negar lo innegable y de culpar del plagio a quien había plagiado, acabaron de mostrar quién era.
Redondearon el escándalo moral y profesional que hizo imposible lo que todavía el día de la elección pretendía el Presidente de México: entregarle la Corte a su candidata, es decir, entregársela a sí mismo.
Liberada de la candidatura tóxica, la Corte optó por una presidenta de solvencia reconocida e independencia probada, la ministra Norma Piña.
Recibió al hacerlo una aprobación abrumadora, y mejoró al país.
Más sobre este México mejorado y sus indicios, mañana.
https://www.milenio.com/opinion/hector-aguilar-camin/dia-con-dia/un-pais-mejor