Pero este es el nuevo gobierno, el que apenas empieza. Algo tiene que hacer para recobrar la frescura, la novedad
Entre las tensiones internas y los golpes externos el gobierno parece sometido a una racha de incesantes turbulencias.
El azar de los hechos no juega a favor.
Ha sacudido a la opinión pública la imagen de Irma Hernández, maestra retirada y taxista, hincada bajo las armas de sus secuestradores, emitiendo un perentorio mensaje a sus colegas taxistas de Álamo, Veracruz, para que paguen la extorsión que les piden.
Al día siguiente de su mensaje, Irma Hernández amaneció muerta, tirada en un rancho. La gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, no encontró mejor manera de aminorar el hecho que decir que la maestra había muerto de un infarto.
El hecho es que hay que aguantar cada día la difusión de un crimen atroz.
Hay turbulencia en muchos frentes.
Hay que contratar una deuda de corto plazo para Pemex.
Hay que responder a la queja aeronáutica de Estados Unidos contra decisiones del anterior gobierno.
Hay que aguantar la crisis reputacional del líder senatorial de Morena y su presunta vinculación con el crimen organizado en Tabasco.
Hay que responder a la oleada de censuras periodísticas venidas de los tribunales electorales.
Hay que acabar de resolver el litigio con Estados Unidos por el agua que les debemos en el río Bravo. Hay que acabar de resolver la crisis de exportación de ganado por el gusano barrenador.
Hay que acabar de resolver el problema de la exportación de tomate.
Hay que explicar que el hijo del ex presidente estaba vacacionando en Japón, en caros hoteles, y que por eso no fue al Consejo Nacional de su partido, Morena.
Hay que ver todos los días qué visa puede suspender el gobierno de Estados Unidos.
Hay que ver qué pendientes hay con Estados Unidos que no se han cumplido y pueden volverse exigencias inesperadas cualquier día.
Hay que hacer control de daños intensivo por las cosas que la Presidenta responde, y por las que no responde, en la mañanera.
Por momentos, dice un amigo, estamos como en un ambiente de fin de sexenio, a la espera del nuevo gobierno que calmará los ánimos.
Pero este es el nuevo gobierno, el que apenas empieza. Algo tiene que hacer para recobrar la frescura, la novedad.