El mundo tuvo un año de gracia antes de que Donald Trump pasara de los dichos a los hechos con sus amenazas y planes proteccionistas. Evidentemente que durante el primer año de mandato mostró su forma de hacer política con la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y en especial con … Continued

El mundo tuvo un año de gracia antes de que Donald Trump pasara de los dichos a los hechos con sus amenazas y planes proteccionistas.
Evidentemente que durante el primer año de mandato mostró su forma de hacer política con la salida de Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y en especial con su abandono del Acuerdo de París sobre cambio climático.
Fueron dos botones de muestra de ese centralismo irracional que no mide consecuencias con tal de cumplir las promesas de campaña.
El discurso de America First dejaba ver a un Trump desconectado de la realidad de encabezar la economía más grande del mundo, pero aplicar medidas de cerrazón comercial es algo más peligroso.
La aplicación de aranceles a las importaciones de lavadoras de ropa y páneles solares es una medida que deja ver de cuerpo entero a un presidente estadounidense que no tiene empacho en violar los principios de los acuerdos comerciales vigentes y de las reglas de la propia Organización Mundial de Comercio (OMC).
Este anuncio en este momento tiene también un alto componente histriónico, porque se da justo antes de subir al escenario de la cumbre económica del foro de Davos donde todos esperaban un discurso anti libre comercio, pero no que se acompañara con medidas específicas para limitar el libre flujo comercial global.
Los principales destinatarios de estas primeras medidas proteccionistas, de otras que seguramente deberemos esperar, son los mercados asiáticos. En especial China y Corea del Sur. Pero el gobierno de Donald Trump subió a México al carro de los castigos impositivos, a pesar de que las propias organizaciones empresariales estadounidenses no consideran estos productos ensamblados en México como parte de su queja.
Hasta 50% de arancel podrían alcanzar las lavadoras importadas a Estados Unidos, básicamente desde China, que es un mercado que durante el 2015 colocó en el mercado estadounidense 2 millones de lavadoras, contra las menos de 500,000 que sostenidamente vende México al año a ese mercado.
Pero el daño más notorio para el propio mercado estadounidense vendrá con los páneles solares. De entrada, la fabricación de las celdas que conforman los páneles es un proceso altamente contaminante cuyo costo China no tiene empacho en asumir.
Pero para Estados Unidos implica un desincentivo para voltear hacia tecnologías energéticas más limpias. Trump ama el carbón y claramente detesta los procesos menos contaminantes. Aquí se sale con la suya.
Las lavadoras y los páneles solares son el primer golpe real, contundente, al libre comercio tras un año de gobierno.
Lo que sigue será lo más interesante y preocupante. De entrada la reacción que pueda tener China ante esta medida. Puede quedar como la antesala de una guerra comercial.
Pero lo que ahora está en entredicho es el poder real que puedan tener instituciones como la OMC o el propio Tratado de Libre Comercio de América del Norte para resolver estas controversias.
Puede ser el pretexto perfecto para Trump para actuar en contra de estos mecanismos de libre comercio que tanto aborrece en el discurso.
Cuando al presidente de Estados Unidos ya no le alcanza con las amenazas y recurre a estas medidas es cuando podemos estar en las puertas del Trump más peligroso, del que ya puso manos a la obra con su populismo.