El dato más relevante a nivel global de la semana, y quizá del mes, llegó desde la Reserva Federal de Estados Unidos y su decisión de política monetaria. Fue lo más apegado al guión que deseaban los mercados, donde la tasa de interés se mantuvo sin cambios; los banqueros centrales advierten la desaceleración de la … Continued
El dato más relevante a nivel global de la semana, y quizá del mes, llegó desde la Reserva Federal de Estados Unidos y su decisión de política monetaria.
Fue lo más apegado al guión que deseaban los mercados, donde la tasa de interés se mantuvo sin cambios; los banqueros centrales advierten la desaceleración de la economía estadounidense y prometen seguir muy pendientes de lo que venga.
Hay otras tantas razones para mantener el pronóstico de volatilidad en los mercados, aunque con algún relajamiento momentáneo.
Pero uno de los datos más relevantes para las decisiones internas lo tendremos hoy con el reporte del Inegi sobre la inflación de la primera quincena de septiembre, sobre todo en el apartado de la inflación al productor.
Pueden también notarse algunos brotes inflacionarios en el apartado de alimentos y definitivamente en lo que tiene que ver con las mercancías no alimenticias que son más susceptibles al traspaso de la depreciación cambiaria.
La devaluación del peso se aceleró desde la primera semana de septiembre y con su traspaso de los niveles históricos y con el salto sobre los niveles psicológicos de los 20 pesos se convirtió en un tema de relevancia para la opinión pública.
Hay una percepción general de que hay una relación directa entre la depreciación cambiaria y la aparición de una crisis económica. Esto genera una sensación de derrota y de inminente caída, que claramente no es un asunto tan lineal como lo fue el siglo pasado.
Una de las consecuencias de tener el tema tan presente es la sensación de encarecimiento de los bienes de consumo, algo que tampoco es lineal. De hecho, el comportamiento de la inflación general ha sido todo un caso de estudio en México que a pesar de tener paridades tan altas frente a todas las divisas, hay una inflación sostenida inferior a 3 por ciento.
Pero es un hecho que uno de los componentes básicos de cualquier economía, y la inflación dentro de ella, es la confianza. Si hay un consenso de que los precios son estables, esto ayuda a mantener la estabilidad. Pero un caso contrario también afecta la paz inflacionaria.
El Banco de México deberá tomar una decisión de política monetaria la próxima semana y lo tendrá que hacer con toda esta presión cambiaria sobre la espalda, pero no por el hecho de pretender defender alguna paridad determinada, sino por el eventual aumento de la velocidad de traspaso a la inflación.
Está claro que a pesar de que hay ataques dirigidos a la moneda mexicana, en medio de un ambiente de depreciación de las monedas emergentes, las autoridades cambiarias no tienen planes de usar las reservas internacionales.
El razonamiento es que el mercado del peso mexicano ha crecido tanto que habría que usar grandes cantidades de dólares reservados para apenas darle un pequeño respiro al peso.
Por ello, cualquier defensa será vía las tasas de interés y específicamente para contener presiones inflacionarias. De ahí la importancia del dato de hoy y de lo que tenga que decir la Junta de Gobierno del Banco de México la próxima semana.
