La tasa de interés de referencia del banco central está en 7.50 por ciento.
Esta semana, específicamente el jueves, el Banco de México (Banxico) tiene reunión de su Junta de Gobierno y lo que hasta hace unos días era una certeza de un nuevo aumento en las tasas de interés, hoy puede pensarse que los banqueros centrales mexicanos podrían tocarse el corazón.
Hoy mismo el Inegi publicará la inflación de marzo pasado y salvo los temas relacionados con las vacaciones, como los pasajes de avión, los servicios turísticos en paquete y algunos productos de temporada, parece que la inflación estaría de vuelta en el carril de bajar hacia un nivel más tolerable por parte del Banco de México.
El propio gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, ha presumido que la inflación ha mostrado inflexión hacia la meta del banco central. Lo cual claramente se nota no sólo en la inflación general sino en los subíndices y en la inflación al productor.
La tasa de interés de referencia del banco central mexicano está en 7.50%, lo que parece dar un buen margen ante una inflación que ha tenido una baja constante.
Es incluso una confortable y acolchonada estancia para los capitales extranjeros que han encontrado buenos rendimientos y con riesgos por ahora bajos en la economía mexicana.
De hecho, entre la apreciación del peso y el alto premio que paga la deuda mexicana, los capitales externos han tenido buenos réditos en este inicio de año.
Pero son los riesgos futuros los que podrían hacer que el banco central mexicano opte por mantenerse más en la postura del halcón que en la actitud contemplativa de una paloma desde la cornisa.
De entrada, la Reserva Federal de Estados Unidos recién subió su tasa de interés interbancaria en la reunión anterior y ha adelantado la posibilidad de hasta tres aumentos más.
Es numeroso el grupo que sugiere que el Banxico siga con los ojos cerrados cualquier aumento en Estados Unidos para no perturbar los flujos de capital. Pero hay quien dice que México ya se ha adelantado lo suficiente como para esperar, al menos en ésta, a no reaccionar por esa razón.
Uno de los factores que más llaman la atención de los que deciden la política monetaria es la suerte del tratado de libre comercio. Y en este tema, a pesar de lo difícil que resulta leer a Donald Trump, la verdad es que las señales positivas empiezan a agolparse.
El otro tema de gran trascendencia para las decisiones monetarias y de hecho en muchos ámbitos de la vida económica y financiera del país es el desempeño y sobre todo el resultado electoral.
Un impacto inicial ante determinada combinación de resultados y el retiro de la careta de buena gente del que temen pueda resultar ganador implicarían ajustes drásticos en el tipo de cambio que le pegan de lleno a la inflación.
Entonces, si deben reservar parque monetario ante una corrida financiera, algunos creen que más vale por ahora no presionar tanto el costo del dinero.
Pero como siempre, la última palabra la tienen los que ahí dentro toman decisiones de política monetaria.