Será un problema global y sólo aquellos que tengan los recursos, económicos, políticos y sociales para salir adelante podrán aspirar a superar en algún tiempo esta gran recesión mundial que hoy mismo toma forma
La actual no es cualquier crisis y se requiere mucho más que dirigentes menores con planteamientos mediocres para superarla.
Estamos luchando, literalmente, por nuestras vidas. Y cuando termine la fase de emergencia sanitaria nos toparemos con un escenario de economías desarticuladas, cadenas productivas rotas y seres humanos más empobrecidos.
Será un problema global y sólo aquellos que tengan los recursos, económicos, políticos y sociales para salir adelante podrán aspirar a superar en algún tiempo esta gran recesión mundial que hoy mismo toma forma.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, consideró la actual condición como el mayor reto desde la Segunda Guerra Mundial.
Y si bien no hay destrucción de infraestructura como sucedió en la Segunda Guerra, aquí hay un enemigo común a la humanidad que no se va a rendir, al que habrá que dominar con la ciencia.
Pero los estragos económicos serán devastadores. Por eso es justamente ahora, cuando estamos en medio de las batallas más complicadas contra el Covid-19, cuando no hay todavía una cura o una vacuna, es cuando hay que preparar la fase de recuperación económica.
Si la comparación de la ONU del tamaño del reto actual es válida, habrá que preparase para tener economías en una condición similar a las de posguerra. Y, por lo tanto, hacen falta medidas emergentes del tamaño de las implementadas en esos momentos históricos.
La Europa destruida por la Segunda Guerra Mundial encontró algo de alivio en el Programa de Reconstrucción Europeo, mejor conocido como el Plan Marshall. Una enorme cartera de recursos, básicamente estadounidenses, para impulsar no sólo la reconstrucción física, sino la recomposición de las cadenas económicas rotas con la conflagración.
Por supuesto que las circunstancias son otras, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas que en ese entonces se opuso a este Plan Marshall hoy no existe más. La clase de enemigo que enfrenta hoy el mundo, común e invisible, no debería dar pie a una guerra fría. Porque además la reconstrucción económica es para todo el planeta, no sólo para Europa.
Pero eso va a depender del tamaño de miras de los gobernantes. Más allá de algunos gobernantes mediocres que siguen en su burbuja de sus transformaciones imaginarias, los verdaderos líderes de los países más influyentes, como Estados Unidos, Alemania, Rusia o China, deben sincronizarse en un objetivo común y crear un Plan Marshall pos-Covid-19 que facilite la recuperación económica global.
Los organismos internacionales deben también reasumir el papel protagónico. La propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, creada justo por el Plan Marshall, más el G7, el G20, la propia ONU. En fin, éste es su momento.
Evidentemente que la preocupación más grande es que Donald Trump, presidente en proceso de reelección de Estados Unidos, tenga el alcance de miras para dejar de buscar pleitos con los chinos e impulse, o al menos respalde, un plan global de recuperación económica sin barreras comerciales, sin pleitos artificiales y con la claridad de que el mundo ya cambió.