No creo que haya un autor mexicano que haya dedicado reflexiones más profundas, más precisas y más propositivas, a los complejos cruces de la economía, el gobierno y el bienestar que Santiago Levy, creador de Progresa, ex director del IMSS, ex subsecretario de Hacienda, alto funcionario del BID y ahora investigador de la Brookings Institution.
No creo que haya un autor mexicano que haya dedicado reflexiones más profundas, más precisas y más propositivas, a los complejos cruces de la economía, el gobierno y el bienestar que Santiago Levy, creador de Progresa, ex director del IMSS, ex subsecretario de Hacienda, alto funcionario del BID y ahora investigador de la Brookings Institution.
Dos libros hasta ahora resumen su visión de cómo mejorar, simultáneamente, o al mismo paso, tres asuntos estructurales de México: la productividad económica, la seguridad social y la pobreza. Dos libros claves: Buenas intenciones, malos resultados: política social, informalidad y crecimiento económico en México, (Océano, 2010); Esfuerzos mal recompensados: la elusiva búsqueda de la prosperidad en México, (BID, 2018).
Este año, Levy terminó su versión más acabada sobre cómo desatar en México un ciclo de crecimiento con equidad.
Su informe, Una prosperidad compartida: propuestas para crecer y transformar la seguridad social en México, plantea un rediseño de la política social.
El mapa es tan preciso, dice un lector, que solo le faltan los abogados que traduzcan a leyes la arquitectura institucional y financiera sugerida.
La revista Nexos ofrece en su edición de octubre una cuidadosa edición, hecha por Jorge A. Castañeda, de las muchas páginas del informe.
La revista ha adelantado en su sitio electrónico esta versión esencializada y ofrece una entrada al estudio completo en su sitio. Lo que Levy plantea no es una miscelánea de programas asistenciales.
Tampoco un remedio mágico para aliviar las grandes enfermedades económicas y sociales que padecemos, a saber: que la gente trabaja mucho, produce poco, la economía crece desigualmente y crece la desigualdad.
Lo que Levy propone es una reingeniería institucional y financiera para reducir la informalidad del empleo, aumentar la productividad de los empleados formales y dar a todos los mexicanos un piso de seguridad social universal.
Si una presidencia con el poder político de López Obrador asumiera como suyo este proyecto, podría vencer las resistencias y cambiar socialmente país, aquí sí al estilo de los países nórdicos.
Quizá no se alcanzaría con esto toda la cuarta transformación prometida, pero sí una primera transformación estratégica, profunda, de las reglas de crecimiento y desigualdad que nos rigen.
Mañana, las propuestas de Levy