Quizá no hay declaración más desencaminada sobre el Estado Islámico que la hecha hace un tiempo por el presidente Barack Obama, suponiéndolo una versión pobre de Al Qaeda. “Son una especie de equipo suplente (jayvee team)”, dijo el Presidente. “Si unos tipos se ponen el uniforme de los Lakers y saltan a la cancha, eso … Continued
Quizá no hay declaración más desencaminada sobre el Estado Islámico que la hecha hace un tiempo por el presidente Barack Obama, suponiéndolo una versión pobre de Al Qaeda.
“Son una especie de equipo suplente (jayvee team)”, dijo el Presidente. “Si unos tipos se ponen el uniforme de los Lakers y saltan a la cancha, eso no los hace Kobe Bryan (el gran estrella de los Lakers)”.
Al Qaeda no solo no es el equipo titular del Estado Islámico, sino en muchos sentido su opuesto. Escribe Graeme Wood en The Atlantic:
“Bin Laden veía su terrorismo como el prólogo del califato que no vería en vida. Su organización era flexible, operaba como una red geográficamente difusa de células autónomas. El Estado Islámico, por el contrario, requiere un territorio para conservar su legitimidad, y una estructura de arriba abajo para gobernarlo. (Su burocracia está dividida en ramas militares y políticas, y sus territorios en provincias)”.
En las obligaciones originales del Islam está jurar lealtad al califato y, si se está lejos, viajar a él para vivir dentro de sus fronteras.
Este es el efecto congregador de los fieles que tuvo la erección del califato anunciada en Mosul, el 5 de julio de 2014, por el jefe del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi.
Desde aquel día “varios miles de jóvenes europeos musulmanes”, dice The Economist, oyeron el llamado y viajaron al califato. Muchos recibieron instrucción religiosa y militar y han vuelto a sus países de origen. Solo en Inglaterra y Francia, sigue The Economist, debe haber 400 o 500 de estos casos.
El literalismo del Estado Islámico asombra a los observadores. Creen literalmente en el Islam originario y dicen literalmente lo que van a hacer. De ahí que a tantos inquieten las palabras del comunicado con que el Estado Islámico hizo suyos los atentados de París: “Este ataque es el primero de la tormenta”.
Se diría que Occidente tiene enfrente un nuevo equipo titular de terrorismo: la acabada mezcla de los métodos de Al Qaeda, capaz de golpear en todas partes, y las convicciones milenaristas del califato, que tiene territorio, súbditos, ferocidad guerrera y vocación apocalíptica.