La pregunta se vuelve lógica. ¿Qué sabrá la Reserva Federal de Estados Unidos que no conoce el resto de los mortales?
Cuando el banco central más poderoso del mundo decide por sorpresa bajar su tasa de interés en 50 puntos base, en sentido contrario de lo que recién había marcado como su ruta a seguir en materia de política monetaria, claro que los mercados pueden entenderlo como una reacción de pánico.
La pregunta se vuelve lógica. ¿Qué sabrá la Reserva Federal de Estados Unidos que no conoce el resto de los mortales?
El cuestionamiento es sensato cuando a la par se han multiplicado los contagios y las muertes en territorio estadounidense como consecuencia de nuevos casos del coronavirus Covid-19. Tiene sentido preguntarse si los banqueros centrales gozan de información privilegiada, sobre todo cuando se da a conocer que pacientes contagiados fueron dados de alta de manera equivocada y éstos se pasean por los centros comerciales.
Hay la certeza de que en Estados Unidos no se podrían aplicar las mismas medidas de contención social que se utilizaron en China, ni para evitar la movilidad ni para evitar las compras masivas en un libre mercado.
Tampoco podrán limitar la información sobre la propagación mundial de esta enfermedad, como sucede ahora mismo en países bananeros, hoy dominados por el populismo y la obstinación presidencial con las encuestas de popularidad.
Pero también hay la sospecha de que en Estados Unidos no habría la capacidad de respuesta por parte de los servicios de salud para enfrentar un brote masivo de esta enfermedad.
Y todo aderezado por una precampaña electoral en la que ninguno de los dos bandos desperdiciará la oportunidad para usar el tema a su favor.
Esos temores, de que un posible descontrol con el Covid-19 tenga efectos mayores en la economía y que la Fed lo asuma con su decisión emergente, son en parte lo que inicialmente provocó que los indicadores bursátiles estadounidenses no se sumaran al optimismo.
Ayer los mercados bursátiles reaccionaron de una forma positiva, pero más por el triunfo del moderado demócrata Joe Biden en el Super Tuesday que por la jugada de la Fed.
La pregunta inicial sigue intacta sobre la duración de esta crisis de salud y, por lo tanto, sobre qué tan profundo podría llegar a ser el daño económico global.
Pero hay algo más. Los mercados bursátiles se habían mantenido en una tendencia alcista que empezaba a separarse de la realidad del comportamiento económico estadounidense.
Incluso ya en momentos en que China ya tenía daños económicos evidentes por el Covid-19, los índices de Nueva York seguían marcando máximos históricos como si nada.
Que esta enfermedad se haya metido en territorio estadounidense y que la autoridad monetaria calculara que los efectos serán más profundos de lo que hasta hoy se puede ver parece haber iniciado un proceso correctivo del precio de las acciones que, de hecho, ya se anticipaba que podría ocurrir.
Sí, la jugada de la Fed causó pánico, porque no suelen ser tan reactivos. Pero también éste fue el disparo de salida para corregir esos excesos en los precios que habían alcanzado algunos títulos que cotizan en los diferentes mercados bursátiles estadounidenses.