Entonces, la teoría indica que la segunda etapa de la autollamada Cuarta Transformación, si gana la presidencia Claudia Sheinbaum, debería ser la de seguir la ruta del populismo de Venezuela: un Estado que combina la gobernanza con la criminalidad
Los parecidos entre los populismos de México y Venezuela son: los abrazos al crimen organizado, militarización de la sociedad civil, anulación personal de los opositores, poder autocrático del presidente y la toma del órgano electoral.
Entonces, la teoría indica que la segunda etapa de la autollamada Cuarta Transformación, si gana la presidencia Claudia Sheinbaum, debería ser la de seguir la ruta del populismo de Venezuela: un Estado que combina la gobernanza con la criminalidad.
Los politólogos lo llaman “Estado criminal híbrido”. Es lo que existe en Venezuela hoy, según investigación de la organización Insight Crime: los grupos armados ilegales actúan al servicio del Estado, mientras en su interior se conforman redes criminales.
México ya muestra un avance de esta película, con la toma de Chilpancingo por Los Ardillos. El cártel dobló al gobierno federal en la capital de un estado, donde la gobernadora, que es del partido en el poder, no gobierna ni lo hará, aunque despache en su oficina.
De hecho, la alcaldesa de Chilpancingo, la morenista Norma Otilia Hernández, le hace una venta de futuros en un video al jefe del cártel de Los Ardillos: “Soy la primera generación de políticos que van a hacer base de gobierno”.
Además, quienes tienen tomado Chilpancingo fueron la base social del actual presidente en su campaña electoral en Guerrero y, ahora, apoyados por la población, desarmaron a un batallón del Ejército que intentó controlaros.
Es lo que sucede en Venezuela: las autoridades cogobiernan junto a grupos armados, con el objetivo de mantener el control social sobre la población y contrarrestar las amenazas políticas, sociales y económicas.
Y eso comenzó el dos de febrero de 1999 con la toma de posesión del populista castrista Hugo Chávez. Surgieron cárteles insertados en el gobierno, como el de Los Soles, en referencia a la insignia solar en los uniformes de los generales del Ejército.
En México, el Comando Norte de Estados Unidos segura que el 35 por ciento del territorio es controlado por narcos. La DEA cree “la mayor amenaza para Estados Unidos son los cárteles Sinaloa, CJNG, Beltrán Leyva, Noreste, Zetas, Guerreros Unidos, Golfo, Juárez, Los Rojos y Familia Michoacana.
Pero documentos hackeados al Ejército mexicano por el colectivo Guacamaya, dicen que la presencia del crimen organizado en México se extiende al 81 por ciento del país, y afecta a 108 millones de habitantes. O sea, Estados Unidos se equivoca en sus cálculos.
En Venezuela, la investigación de InSight Crime explica:
“Los narcotraficantes financian y administran obras públicas, coordinan traslados de presos y hasta crean fundaciones de beneficencia, que reciben financiación del Estado para todo lo que pida, desde programas deportivos hasta hospitales”.
Apuntemos el término: “Estado criminal híbrido”.