Una de las conjeturas favoritas de la prensa de estos días es quién filtró el video de la fuga de Guzmán Loera y con qué propósito. Un primer candidato mencionado es la PGR. Lo habría hecho para exhibir al Cisen y a la Segob, que obstruyen sus investigaciones. Un segundo candidato es el Cisen: para … Continued
Una de las conjeturas favoritas de la prensa de estos días es quién filtró el video de la fuga de Guzmán Loera y con qué propósito.
Un primer candidato mencionado es la PGR. Lo habría hecho para exhibir al Cisen y a la Segob, que obstruyen sus investigaciones.
Un segundo candidato es el Cisen: para afianzar la culpa del área de reclusorios que dio facilidades y reaccionó tarde a la evidencia de la fuga.
Terceros candidatos son los acusados del área de reclusorios, que tienen los videos en su poder como parte del expediente que los acusa, y no quieren ser los chivos expiatorios.
Candidatos a la filtración son también los adversarios del secretario de Gobernación en el juego sucesorio de 2018.
El daño mayor, dicen las conjeturas, es para el Cisen. Otras dicen que para el secretario de Gobernación. Otras, que para el presidente Peña Nieto, quien se habría negado expresamente, en alguna junta, a difundir el video.
De modo que, siguen las conjeturas, al desaguisado hay que añadir el expediente, entre bambalinas, de la deslealtad (¡oh!), de la traición (doble ¡oh!), y hasta el intento de descarrilar desde adentro al gobierno de Peña Nieto.
Es otra versión del eterno juego de sombras de la opinión pública mexicana: nos dicen/no nos dicen, sabemos/no sabemos, creemos/no creemos. Y el reiterado expediente de complicidad/lealtad/secreto de la prensa con sus filtradores.
Los medios reciben y difunden información caliente, a menudo ilegal, a cambio de callar la fuente. Es el periodismo de exclusivas con filtraciones que ahorran la investigación periodística: se transmite lo filtrado y ya, escondiendo a los ojos del público la información clave de quién lo filtró: la fuente.
De la importancia de la información filtrada en este video no hay ninguna duda. Es de la que merecería publicarse incluso bajo riesgo de un proceso penal, en servicio del público.
Pero un servicio adicional que los difusores de este video podrían hacer a la opinión pública es divulgar su fuente, transparentar el forcejeo político que esconde la filtración.
Esa sí que sería una exclusiva periodística sin opacidad, sin el medio atado a su fuente por un acuerdo comprobadamente impublicable.