Iluso de mí. Estaba como aquellos del libro: “Oiréis, y no entenderéis. Y viendo veréis, y no percibiréis”
Poco antes de que empezara el gobierno de Claudia Sheinbaum, escribí en este espacio que la prisa legisladora del gobierno saliente no tenía por qué obligar al entrante:
“La herencia del gobierno que sale parece más un riesgo que una ventaja para el gobierno que entra. Lo reafirmo hoy, frente a las sacudidas que provoca la aprobación de la reforma judicial. ‘Qué necesidad’, pregunta alguien por ahí. Para el gobierno que entra, ninguna. Teniendo la mayoría calificada en el Congreso, el nuevo gobierno tiene tiempo para negociar mejor sus propósitos y pagar menos por ellos.
“El gobierno saliente, en cambio, se acaba en tres semanas, salvo porque su timonel quiere que se note que puede imponer su voluntad hasta el último día. Entre otras cosas, porque quien ha de pagar los costos de su prisa no es él, sino el nuevo gobierno.
“¿Cómo se ve la nueva presidenta frente a esta herencia imperiosa?
“Hasta ahora se ve disciplinada a lo que recibe, aunque son claros los mensajes que han caído sobre ella cada vez que insinúa que quiere cambiar partes del guion. Es decir, que parece no tan disciplinada.
“El que tiene prisa de usar la autocracia que hereda es el gobierno saliente, no el entrante. ¿Para qué querría el nuevo gobierno correr a toda velocidad, si la prisa levanta tantos obstáculos en su camino?
“La respuesta de muchos es que Claudia Sheinbaum es la primera convencida de la necesidad de seguir a la letra el camino que le marca su antecesor. Disciplinándose, dice el argumento, no ha hecho sino ganar.
“Mimetizarse con el presidente que sale ha sido su camino al triunfo. Ese será también su camino al éxito como gobernanta: ser una secuela del gobierno que hereda, ponerle un segundo piso a la llamada 4T, hacer una segunda Presidencia AMLO, consolidar la autocracia, volverla realidad.
“¿De veras esto cree y esto quiere Claudia Sheinbaum? No lo sé, pero las dos cosas juntas me parecen imposibles. Demasiada herencia desorbitada que cargar, demasiadas realidades concretas que atender”.
Iluso de mí. Estaba como aquellos del libro: “Oiréis, y no entenderéis. Y viendo veréis, y no percibiréis”.
No atendía a mis propios atisbos del porvenir.