Los exportadores mexicanos podrían gozar de algunas de las mieles de este ciclo.
Muchos analistas le hicieron el feo al crecimiento de 2.3% de la economía de Estados Unidos durante el primer trimestre del año, porque el número impresiona menos que 2.9% del último trimestre del año pasado.
Más allá de que ésta es una primera lectura que eventualmente se puede modificar en las revisiones posteriores, la realidad es que un aumento de este nivel deja ver un robusto comportamiento del motor económico estadounidense.
El gasto de los consumidores se moderó durante los primeros tres meses del año hasta un modesto 1.1%, que contrasta notablemente con 4% del último tramo trimestral del año pasado.
Y si bien dos tercios de la economía estadounidense se sostiene por el consumo interno, la realidad es que esta pausa en el gasto no debe ser sino una buena noticia si nos enfocamos en las consecuencias que podría tener para una economía como la mexicana que se mostraran signos de calentamiento en el gasto.
No hay signos de problemas en el desempeño económico que pudieran hablar de algún bache en esta fase expansionista del ciclo económico estadounidense.
Al contrario, el empleo está en niveles plenos. Las solicitudes de ayuda por desempleo acaban de tomarse una fotografía en su último reporte con el nivel más bajo en prácticamente 50 años.
Los niveles de ingreso, la construcción y venta de casas, hasta el sector automotriz con todo y altibajos muestran una economía que crece.
Los beneficios fiscales de la reforma tributaria reciente han fluido con alguna lentitud y eso también influye en las decisiones de compra de los consumidores.
Puede ser que los exportadores mexicanos puedan gozar de algunas de las mieles de este ciclo estadounidense, pero la mayoría vemos con recelo y lejanía este momento virtuoso de ese país.
Pero lo que sí debemos tener en la mira es que este crecimiento no sobrecaliente la economía y presione la inflación.
Porque es un hecho que de la medicina amarga de corregir las presiones inflacionarias con incrementos en las tasas de interés no nos libramos en México.
El aumento en el rendimiento del bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años ha sido sistemático y atrae muchos capitales que quieren apartar su lugar para la cascada de incrementos en el resto de las tasas de interés.
Así que a México se le nota más la presión financiera por este hecho, ahí está el tipo de cambio, que el crecimiento del que ahora goza Estados Unidos.
Claro que este marco de una racha positiva en el ciclo económico es un buen entorno para que ocurran otras cosas colaterales positivas para México.
Por ejemplo, con niveles de pleno empleo y crecimiento del bienestar, hay menos presiones sociales en ese país para eliminar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Y con mayor disponibilidad de recursos y aumento en la oferta de empleo hay un fenómeno de hacerse de la vista gorda con la inmigración ilegal latina que llega a realizar trabajos que otros grupos étnicos desprecian.
En resumen, es más llevadero lidiar con Donald Trump con una economía en crecimiento que una que muestre signos de debilidad.