La economía confirma que se mantiene estancada, al borde de la recesión, pero está claro que desde el gobierno federal se hará todo lo posible para mantener la percepción contraria
Si el protagonista de las mañaneras aparece con una camiseta que diga “Vamos requetebién”, no lo culpen. La economía confirma que se mantiene estancada, al borde de la recesión, pero está claro que desde el gobierno federal se hará todo lo posible para mantener la percepción contraria.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía ya confirmó que el tercer trimestre muestra una muy mala salud económica, con datos que son contundentes.
El Índice Global de la Actividad Económica (IGAE) es una medición que está muy cercana al tamaño del Producto Interno Bruto (PIB). Su utilidad está en la oportunidad de tener un indicador mensual que retrata el estado que guarda la economía mexicana y que ha tenido un alto nivel de precisión para adelantar el comportamiento del PIB.
El IGAE de julio les quedó mal a los pronósticos de los analistas que esperaban algún brote verde de crecimiento, así estuviera muy cercano al cero. Sin embargo, este indicador resultó negativo en -0.6% en su comparación anual, en términos reales, tras una baja en la comparación contra junio de este mismo año de -0.1 por ciento.
Las actividades agropecuarias, y su vida dependiente de los temporales, sacaron la cara por la economía del séptimo mes del año, porque este sector primario tuvo una expansión de 4.1% en términos anuales.
Esto compensó la drástica caída del sector secundario, de -2.8% anualizado en julio, que confirma que estas actividades se mantienen en una recesión profunda, sobre todo por el derrumbe en la industria de la construcción.
Y el tradicional motor de la economía mexicana, medido en las actividades terciarias, tuvo un crecimiento de apenas 0.2% en términos anuales, que muestra el frenazo de lo que ha mantenido a flote el crecimiento.
Agosto muestra números parciales en la misma tendencia y septiembre no parece que pueda dar alguna sorpresa.
Así terminará el tercer trimestre, con una economía estancada. Y cuando llegue octubre, encabezando el último trimestre de este 2019 y se cumpla el primer aniversario de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, desde el poder presidencial se seguirán preguntando qué es lo que le ocurre a la economía que no despega. Eso sí, con una ausencia total de autocrítica.
Seguirán los ataques en contra de los activistas que se oponen a Santa Lucía, las descalificaciones a los analistas de mala fe que anticipan que el crecimiento del año estará muy cercano a cero y vendrán las descalificaciones a los empresarios que prometieron invertir miles de millones de dólares y no cumplieron.
Pero lo más peligroso de la negación de la realidad será la aprobación en automático del Paquete Económico para el 2020 por parte del Congreso, convertido en simple órgano validador de las decisiones presidenciales, y con esas disposiciones en materia de ingresos y egresos vendrán las dudas sobre su cumplimiento.
El IGAE no es una apreciación fifí sobre el comportamiento de la economía, no es uno más de esos análisis pesimistas de los conservadores que tanto se supone que quieren afectar a la 4T. Son las mediciones de la economía que dejan ver el estado de estancamiento, en los linderos de la recesión, de este país.