El 14 de junio del 2018, el peso valía 20.87 por dólar. En esa fecha, el nerviosismo preelectoral estaba arriba y algunos apostaban a que el tipo de cambio llegaría a 23 pesos por dólar. Nada de esto ocurrió. Desde esa fecha, el peso se ha revaluado 10.6 por ciento y ahora cotiza en 18.65 … Continued
El 14 de junio del 2018, el peso valía 20.87 por dólar. En esa fecha, el nerviosismo preelectoral estaba arriba y algunos apostaban a que el tipo de cambio llegaría a 23 pesos por dólar. Nada de esto ocurrió. Desde esa fecha, el peso se ha revaluado 10.6 por ciento y ahora cotiza en 18.65 por dólar. En estos días, la “moda” cambiaria es preguntar: ¿Qué tanto más puede bajar el dólar?
La respuesta es complicada, entre otras cosas porque es más fácil pronosticar el pasado que el futuro, decía el beisbolista Yogi Berra. En el papel, el tipo de cambio está muy cerca de los 18 pesos por dólar. En la práctica está muy lejos. Para llegar a ese punto, se necesitaría que cuatro factores no alteren su comportamiento drásticamente.
Estos cuatro factores son: uno, el comportamiento de Andrés Manuel López Obrador y sus mensajes a los inversionistas; dos, las expectativas de un pronto desenlace favorable en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte; tres, la política de alza de tasas de interés del Banco de México, y, cuatro, el debilitamiento relativo del dólar, frente a la mayoría de monedas del mundo.
¿Qué tan posible es que se mantengan “alineados” estos cuatro factores? Hay tantas opiniones como cabezas, la mía es que es muy poco probable. Empecemos por Andrés Manuel López Obrador. En las primeras dos semanas después de la elección emitió un mensaje tras otro para tranquilizar a los mercados. Demostró que puede hacerlo y que tiene el equipo para trasmitirlo.
No hay luna de miel que dure para siempre. Esto quedó claro desde el viernes pasado con los nombramientos en Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad. El próximo presidente ha designado a los titulares de estas empresas, tomando en cuenta criterios políticos y personales. Dejó claro que no tiene mayor afán por complacer a los mercados ni calmar los nervios respecto al futuro de la reforma energética. Una cosa llama la atención: La reacción polarizada de la opinión pública por el nombramiento de Manuel Bartlett Díaz en la CFE contrasta con la tranquilidad de los mercados. Esto, a pesar de que la eléctrica es una de las cinco mayores empresas de México y uno de los mayores emisores de deuda.
En segundo lugar, tenemos las negociaciones del TLC 2.0. Confieso que no consigo entender las razones para la ola de optimismo que ahora se vive. Si se necesita que este optimismo se mantenga para alargar la buena racha del peso… la burbuja puede estallar en cualquier momento. Por lo que sabemos, México mantiene inflexible su posición en algunos temas que le importan mucho a Estados Unidos. Donald Trump insiste en el muro y su equipo no ha retirado la exigencia de la cláusula de extinción (sunset clause), así como las exigencias de que el nuevo tratado garantice una reducción del déficit estadounidense. Canadá no participará en la negociación de esta semana y ha dejado claro que no cederá para que la resolución de los conflictos quede en los términos que Estados Unidos quiere.
Por último, es difícil pensar que el Banco de México seguirá subiendo las tasas de interés y que el dólar seguirá depreciándose en el mundo. Las tasas de México ya están por los cielos y en Estados Unidos volverán a subir, fortaleciendo al dólar. Por todo esto, no creo que el peso llegue a 18 por dólar. ¿Quieren apostar?