Con todo ese bagaje, presumo, Donald Trump se puso a anunciar que con el chasquido de sus armas iba a poner paz en todo el mundo; particularmente en Ucrania y la franja de Gaza
Tal vez a propósito del dineral que el famoso doctor Simi se gastó en su campaña publicitaria sobre su candidatura al premio Nobel de la Paz de este año, varios ingenuos pensaron que en la liza por esa distinción que ganó en Venezuela Corina la ignorada, estaba el mismísimo Donald Trump,quien presume de haber puesto fin,él solito, a ocho guerras de nuestro tiempo. Desde luego que no es cierto, pero eso es lo que él dice.
El tema del Nobel de la Paz para Trump era imposible este año cuando comenzó a mencionarse; el reglamento cerró el registro de aspirantes en febrero de este año. Será a la otra, Donald.
Augusto César, hizo propalar el término de pax augusta al período de ausencia de guerras luego de que regresó a Roma habiendo doblegado las tierras que hoy se llaman Francia y España, las Galias cisalpinas e Hispania. Luego se le conoció como paz romana. Era una paz obligatoria, garantida por las espadas del imperio que propició el desarrollo económico y la expansión territorial de Roma entre el año 27 y el 260 de nuestra era con la imposición -especialmente en el Mediterráneo- del derecho y la ética romana.
Para que se den un quemón, hacia el final de esa paz obligatoria, cuando el emperador Trajano en el año 260, el imperio romano abarcaba desde Lusitania en el occidente hasta Mesopotamia en el otro lado, y de Britania en el norte hasta el sur de Egipto. Del mundo conocido sólo quedaban fuera Caledonia, Germania Magna, el sur de África que no importaba (hic sunt leones, decían los mapas antiguos) y, desde luego lo que más tarde sería Catai y que hoy llamamos China.
Con todo ese bagaje, presumo, Donald Trump se puso a anunciar que con el chasquido de sus armas iba a poner paz en todo el mundo; particularmente en Ucrania y la franja de Gaza. Contaba con la complicidad de Vladimir Putin en Moscú y Netanyaju en Tel Aviv. Pero no contó con el principio de que se puede bailar el tango con dos, pero en una guerra hay más jugadores.
Firma, ceremonia, planes, aplausos, pero la paz augusta no ha llegado. Hay que agradecer que puedan ingresar camiones con apoyo para los hambrientos y medicinas para los heridos. Se tiene que seguir lamentando que una bomba por aquí y otra por allá borren el concepto de que se acabó el conflicto.
Porque paz, lo que se llama paz, nomás no hay.
PILÓN: PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El itinerante carro de Tespis que nos manda ingenuamente la señora presidente, y dócil que conduce su mozo de cuadra Pablo Gómez está en mi pueblo y monta su carpa hoy a las diez de la mañana en Cintermex.
Se trata de una escala de los apócrifos foros “populares” que andan puebleando para recoger presuntamente las opiniones de los mexicanos sobre la reforma electoral cuyo texto acabado doña Claudia Sheinbaum guarda cuidadosamente en un cajón de su escritorio, para que las honorables cámaras de diputados y senadores y los congresos locales la aprueben sin mover una coma, en su momento.
El agapito (diminutivo de ágape) iba a ser ayer miércoles, pero por “fuerza mayor”, que eso esgrimo yo cuando me da hueva, se pospuso un día, y de todos modos no será precisamente un banquete como su nombre lo indica. Puedo predecir que lo de hoy será una aburrida sesión de textos indeseados que aportarán pagados ghost writers o ingenuos engañados, que nadie escuchará, ni mucho menos tomará en cuenta.
Yo no me puede llamar a engaño. Por eso no participo.
La misma señora presidente y su caballerango, que encabeza la comisión presidencial para la reforma electoral, lo dijeron muy claro: se realiza una serie de foros abiertos en los que los interesados pueden expresar sus opiniones y sugerencias para la nueva ley que mandará en adelante en las elecciones. Opiniones y sugerencias que, si bien les va, serán escuchadas, pero nadie les hará caso.
Así, o ¿más claro?
