Hoy son los temas comerciales que el gobierno mexicano está obligado a consultar con los sectores afectados y con los expertos, aunque sean “opositores”
P orque para populismos nos pintamos solos, será entonces el domingo en una asamblea informativa, frente al pueblo bueno en el Zócalo, cuando el gobierno mexicano anuncie su respuesta arancelaria y no arancelaria a los arranques comerciales de Donald Trump.
Así como al Presidente de Estados Unidos le gustan los espectáculos, como el de anoche ante el Congreso de su país, donde los obedientes republicanos le aplaudían de pie cada palabra, en medio de la reprobación de los demócratas, bueno así la Cuarta Transformación se nutre de llenar con cientos de camiones y miles de personas la plaza pública.
Por lo demás es un acierto esperar cinco días antes de anunciar las represalias, porque eso tiene la virtud de abrir un espacio a la negociación o la reconsideración.
Es más prudente esperar unos cuantos días que reaccionar al mismo nivel colérico y bélico de Donald Trump, como lo hizo Canadá. Hoy se abren más canales de comunicación con Claudia Sheinbaum que con Justin Trudeau, tan solo por la prudencia.
Lo que hoy debería tener más que listo el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum es el llamado Cuarto de Junto donde no sólo participen los representantes alineados, como el Presidente de Consejo Coordinador Empresarial, sino los empresarios que hoy enfrentan las consecuencias de sufrir la carga arancelaria impuesta por Trump.
Organizaciones industriales, agroindustriales, comerciales, expertos de la academia, exfuncionarios públicos especialistas en comercio exterior, todo ese equipo que por décadas ha acumulado experiencia en la relación con América del Norte y en sortear crisis comerciales.
Porque, además de la andanada patriotera que se pudiera lanzar el domingo en el Zócalo, tan útil para la causa gubernamental, las eventuales represalias tienen que ser tiros de precisión a los sectores importadores estadounidenses que más daño político causen y menor impacto económico generen en México. Para definir esa lista hace falta mucho más que el gabinete actual.
México importa productos de estados de aquel país que son fieles seguidores de Donald Trump y que podrían sentir el rigor de un arancel mexicano a sus exportaciones, porque se trata de mandar un mensaje preciso, no un escopetazo que afecte la inflación en México.
El retraso de cinco días en la respuesta mexicana es una muy buena lectura del gobierno federal; atendieron el mensaje que mandaron los mercados que ven alguna luz.
Vieron la necesidad de Donald Trump de lucirse anoche en las cámaras de televisión y el margen que tras ello se abría para que hubiera alguna especie de pausa en los aranceles, al menos en los del fentanilo y la migración.
Pero con ese personaje tendremos que aprender a vivir, todo el tiempo estaremos bajo la amenaza de un abusivo del poder como Trump, y lo mejor es estar preparados con respuestas precisas y sin la soberbia de la 4T.
Hoy son los temas comerciales que el gobierno mexicano está obligado a consultar con los sectores afectados y con los expertos, aunque sean “opositores”. Mañana podrán ser temas militares o de seguridad nacional.
No se puede encerrar el gobierno en su feligresía, porque si bien hay alguna mejora en los perfiles de los funcionarios públicos, por ahí siguen muchos de los impresentables del sexenio pasado.