No fue la madre de todas las bombas, pero Donald Trump sí lanzó un poderoso misil al mercado cambiario. Muy al estilo de otros países que tanto critican, desde la Presidencia de Estados Unidos el gobierno de Trump decidió manipular la cotización de su moneda. Lo dijo muy a su estilo, pero con la clara … Continued
No fue la madre de todas las bombas, pero Donald Trump sí lanzó un poderoso misil al mercado cambiario.
Muy al estilo de otros países que tanto critican, desde la Presidencia de Estados Unidos el gobierno de Trump decidió manipular la cotización de su moneda.
Lo dijo muy a su estilo, pero con la clara idea de influir en la cotización. Donald Trump asegura que es su culpa que el dólar esté demasiado fuerte porque, como es tan buen presidente, la gente tiene mucha confianza en él y, por lo tanto, la moneda se aprecia.
Pero, después de echar por delante todo su ego, dijo que prefería tasas de interés más bajas para no fortalecer más su moneda. Y aunque hizo un guiño que podría ser interpretado como un chance de Janet Yellen para ser reelecta al frente de la Reserva Federal (Fed), la realidad es que Trump quiere meterse de lleno también en la política monetaria.
Parece que el presidente de Estados Unidos va entendiendo que una parte importante del déficit comercial, que tan obsesionado lo tiene, se explica en esa fortaleza de la moneda.
Las importaciones se abaratan, lo que alienta el consumo de productos importados a territorio estadounidense, al tiempo que sus exportaciones se encarecen por la fortaleza de su moneda.
Por ejemplo, los autos británicos de lujo Rolls-Royce tuvieron el año pasado las mejores ventas de su historia, con aumentos de hasta 50% en sus exportaciones. Y no sólo por sus nuevos modelos, sino por la marcada devaluación que ha tenido la libra esterlina.
Uno de los países que tiene la tasa más alta de crecimiento de importación de estos autos de lujo es precisamente Estados Unidos, porque el dólar compra más libras esterlinas. Y compra también más euros, por lo que los autos alemanes también tienen un buen momento.
El efecto inmediato de las declaraciones de Donald Trump fue una depreciación del índice dólar. En México, por ejemplo, empezamos la semana con los dólares a 18.50 en las operaciones interbancarias.
Sin embargo, las amenazas comerciales que ha lanzado la Casa Banca contrastan con ese deseo de tener una moneda menos fortalecida. Porque a pesar de que se busca aplicar un impuesto a las importaciones, lo más lógico es que los países afectados reaccionen con gravámenes espejo que encarecerán los productos hechos en Estados Unidos.
Además, hay naciones, como China, que sin dudarlo pueden buscar en una paridad competitiva una ventaja exportadora, por más que por ahora se hayan ganado la exención de ser señalados como manipuladores cambiarios.
A estas alturas, en sus primeros 100 días de gobierno, Trump se ve atrapado en sus promesas y exabruptos. Va a tener que definir muy bien qué es lo que quiere en materias comercial, financiera y, de paso, militar.
Por lo pronto hay que sumar otro hecho inédito a la lista de novedades de la administración de Donald Trump: hoy Estados Unidos tiene un presidente manipulador del dólar.