El presidente Trump insiste en que “la gente debe enfocarse más en temas positivos como el acuerdo con la UE”, pero contra su voluntad el interés por el caso Epstein crece
Cuando el presidente Donald Trump llegó sonriente y despreocupado al salón de eventos de su club de golf en Turnberry, Escocia, para anunciar -con la señora Úrsula van der Layen-, el más grande acuerdo de su país con la Unión Europea, pensó que todo estaba resuelto.
Que la buena noticia, disiparía la creciente presión y exigencias para que desclasifique los expedientes secretos del caso de Jeff Epstein, violador, pederasta y traficante de mujeres con fines sexuales, que conmocionó a Estados Unidos por la impune explotación sexual de menores de edad, como prometió en campaña, sin imaginar que su nombre aparece en todos los registros, fotografías y videos, igual que de otras 170 personalidades, como el expresidente Bill Clinton, el príncipe Andrés o actores como Cameron Diaz, Leonardo Di Caprio, Bruce Willis, Kevin Space y otros, según le informó hasta mayo pasado la procuradora general Pamela Bondi.
Cada vez más nervioso y frustrado por el caso en que en 2007 el fiscal federal en Florida, Alejandro Acosta, trató de apagar con un acuerdo secreto calificado como burla a las víctimas, lo que tal vez le impulsó al cargo de secretario del Trabajo en 2016, el presidente Trump insiste en que “la gente debe enfocarse más en temas positivos como el acuerdo con la Unión Europea” pero contra su voluntad el interés por el Caso Epstein crece, con nuevas vertientes.
Analistas y periodistas de investigación, plantean ahora la posibilidad de que -a pesar de la rápida negativa de la inteligencia israelí,- la red creada por Epstein haya sido parte de una operación del Mossad, la agencia espía de Israel, para asegurar acciones y “lealtades” mediante el viejo método del Kompromat.
Ari Ben-Menashe, exespía israelí, reveló al periodista investigador Dylan Howard que “sin temor a equivocarse”, Epstein -el playboy millonario, depravado pedófilo y traficante sexual, amigo de presidentes, políticos de alto nivel que lo protegían, monarcas, multimillonarios o destacadas personalidades a los que invitaba a sus fiestas con adolescentes menores de edad- en realidad trabajaba para el Mossad, la agencia espía de Israel.
Epstein habría sido reclutado por el magnate judío Robert Maxwell, dueño de editoriales y medios informativos en Gran Bretaña y conocido operativo de la inteligencia israelí, conectado a la KGB y al MI6 Británico y quien murió en circunstancias misteriosas en 1991.
Maxwell era el padre de Gishlaine Maxwell, novia y cómplice de Epstein, quien de ser un maestro gris de física y matemáticas en Nueva York, se convirtió en el manejador de la fortuna de dos multimillonarios, Leon Black y Leslie Wexner, con la que creó la enorme red con la que atrapó a personajes de alto perfil en Estados Unidos y del mundo entero.
Reportes difundidos en Washington señalan que Epstein comentó a muchos amigos que “era agente de inteligencia,” mostrándoles un pasaporte austríaco, con otro nombre, en el que declaró que su país de residencia era Arabia Saudita.
Alexander Acosta, fiscal federal que le permitió evadir la justicia con un acuerdo secreto tras su primera consignación, dijo que “le sugirieron no actuar porque Epstein era de la Inteligencia”.
Mientras el gobierno de Trump busca neutralizar o enterrar el caso Epstein, de la misma forma en que hizo con el reporte del fiscal Robert Mueller sobre la colusión de su comité de Campaña con Rusia en 2016, cuando impidiendo su difusión completa usó para decir falsamente que lo exoneraba, el escándalo crece como la inconformidad.
El presidente envió a su exabogado, Todd Blanche, a quien nombró subprocurador general de Justicia a “entrevistar” durante dos días a Gishlaine Maxwell, novia del millonario pederasta y quien purga una condena de 20 años de prisión, por complicidad y quien -tras la desclasificación de documentos de Epstein, en Enero de este año-, rompió el silencio.
Esa acción genera la preocupación que de esta entrevista surgiera un acuerdo secreto para que Maxwell -quien amenazó con revelar más información, fotografías, videos, documentos, registros y grabaciones en su poder- se comprometa a colaborar en un espectáculo en el Congreso para inculpar a demócratas; calmar a MAGA, su base, y a legisladores republicanos quizás a cambio de su liberación bajo un Perdón Presidencial.
Las sospechas de que la “Trampa de Miel” de Epstein fuera una maniobra para obtener imágenes incómodas de grandes personalidades, que agencias espías pudieran utilizar para el Kompromat o chantaje, se basan además en misteriosos eventos como documentos que revelan que el año 2000 Epstein obtuvo un contrato de 30 millones de dólares de la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa, DARPA, para supuestas operaciones de investigación de la conducta humana (MKUltra).
También de los fuertes lazos que conectan a Epstein con el multimillonario Leslie Wexler, fundador de las marcas Victoria’s Secret y Limited; del exprimer Ministro israelí Ehud Barak, frecuente visitante de Epstein, tras su convicción y con el multimillonario Peter Khiel, fundador de PayPal, Xoom y Palantir, el más extenso sistema de vigilancia masiva, ya usado por numerosas dependencias de inteligencia, defensa, finanzas, cuidado a la salud y otras del Gobierno de Estados Unidos.
La revelación de parte de los mensajes electrónicos de Epstein revelaron además la conexión de Ehud Barak, con la fabricación del “Panopticon” vendida como la nueva generación de plataformas de emergencia del número 911, pero que el periodista William Murphy asegura es un “caballo de Troya”, usado para montar peligrosos sistemas de vigilancia masiva no autorizada de civiles en todo el mundo a través de sistemas de emergencia, que se han instalado en New York, Francia, México (de lo que no hemos obtenido confirmación) e Israel, mientras se planea su expansión a 30 países más.
A causa de ese y otros factores, aumenta la intriga en torno al caso Epstein, bautizado ya como “la madre de todas las conspiraciones”, debido a que cada día surge más información, del amigo y compañero de aventuras de Trump durante 15 años, a quien envió efusivas tarjetas, dedicó su libro, calificándolo como el “Greatest” o Gran Jeffrey, con quien compartió vuelos, elegantes cenas, concurridas fiestas con numerosas mujeres y grandes personalidades en clubes privados, playas, en las mansiones del Epstein en Nueva York, Florida, en las dos islas particulares de Epstein y hasta en Mar-A-Lago y del que ahora trata de distanciarse, negando la relación con “quien compartía gustos,” que comprueban miles de fotografías que circulan, diciendo que cortó su relación con él hace años.