Durante las semanas de la Jornada Nacional de Sana Distancia, los medios electrónicos recuperaron la atención del público ávido por información sobre el coronavirus
Con sus propios datos –¿acaso alguien pensaría otra cosa?– el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió que los mexicanos creen más en él que en cualquier líder político o de opinión y arrancó su sexenio con las conferencias mañaneras, con las que acaparó la atención de medios y audiencias.
Esta versión tropicalizada de Aló Presidente ganó espacio, mientras los informativos de los medios electrónicos pulverizaban el rating y emergían –bajo un plan diseñado con antelación– los youtuberos, quienes preponderan en el Salón Tesorería, con la complacencia de la Vocería.
El nuevo modelo de comunicación política (¿o propaganda gubernamental?) derivó, al paso de los meses, en un montaje insostenible incluso antes de la contingencia sanitaria por el Covid-19. Las mañaneras tienen ahora una extensión que afecta, esencialmente, a los canales del Sistema Público de Radiodifusión, que ahora deben dedicar una cuarta parte de su programación diaria para difundir –sin cortes comerciales– los programas del Palacio Nacional.
Paradojas del “diálogo circular”: a más tiempo al aire, la confianza en la Cuarta Transformación ha disminuido sustancialmente desde abril. Desde entonces, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, ha visto severamente erosionada su credibilidad.
Durante las semanas de la Jornada Nacional de Sana Distancia, los medios electrónicos recuperaron la atención del público ávido por información sobre el coronavirus. En este periodo, sin embargo, la confianza en los funcionarios gubernamentales y las organizaciones de noticias también ha comenzado a ser desplazada por un ánimo de incredulidad y desconcierto, exacerbado por las críticas de los gobernadores, las exigencias de los parlamentarios de oposición y las demandas de la clase empresarial. La polarización avanza. Y la unidad nacional se vuelve un objetivo inasible.
¿Y las benditas redes sociales? Prolijas en la promoción de la Cuarta Transformación, poco han podido contribuir en esta etapa para acrecentar la confianza en el gobierno, mientras hay un incremento sustantivo de quienes creen que las autoridades federales han ocultado o manipulado los reportes sobre los casos confirmados de contagiados y de los decesos.
Especialistas médicos y científicos reconocidos han expresado públicamente sus dudas sobre la eficacia de la estrategia gubernamental, sin que se tomen en cuenta sus admoniciones. Los altos funcionarios del gobierno lopezobradorista han ignorado olímpicamente las recomendaciones con excusas inverosímiles (Luisa María Alcalde) o argumentos estrambóticos (Olga Sánchez).
Los cambios constantes a la metodología para contabilizar, tanto los casos como los decesos, y los erráticos modelos predictivos han abonado al escepticismo y al relajamiento de la disciplina. Sin aceptar que la infodemia les ha afectado, en las altas esferas gubernamentales se quejan de las oleadas desinformativas.
En Palenque, el presidente López Obrador quiso tranquilizar a la población ante las cifras publicadas en la víspera. “Que no haya psicosis”, advirtió, “pero también no hagamos caso al amarillismo” para luego emprenderla contra los diarios Reforma, El Universal. “Entre más se miente, menos credibilidad hay”, reclamó el Ejecutivo federal a esos diarios. Su denuncia contra representantes del “hampa del periodismo” que buscan mantener privilegios de antaño –justificó– sirve para entender el comportamiento de los medios.
“Es mucho lo que se desinforma, la manipulación, las noticias falsas”, se quejó.
Las aclaraciones de la mañanera, empero, fueron disipados en la vespertina del Palacio Nacional: por segundo día consecutivo, la actualización generó un incremento dramático de las estadísticas de defunciones y 1,900 decesos se sumaron, en apenas dos días. El subsecretario López-Gatell consideró desafortunado que los diarios capitalinos hubieran reportado que el miércoles 3 de junio se registró el récord histórico de decesos por Covid-19 en México, porque causaron “sobresaltos” en la opinión pública con información que no estaba sustentada.
Al margen de los reclamos gubernamentales, quedó pendiente la explicación del problema detrás de la actualización de decesos ocurridos en los últimos tres meses: el IMSS tardó en las confirmaciones que abultaron las cifras… ¿o fue opacidad? Acaba la primera semana de la nueva normalidad y México se ubicó en el Top 10 de fallecimientos registrados y está en el Top 20 entre las tasas de mortalidad, en relación con la población. Con esos datos, se ha extendido una percepción generalizada sobre la mala respuesta gubernamental a la crisis.
Efectos secundarios
DELIMITACIONES. El cumplimiento de sus atribuciones como presidenta del Senado de la República, pero sobre todo una obligación administrativa sobre los recursos de la Cámara alta motivaron a Mónica Fernández Balboa a disolver las bancadas del PRD y Encuentro Social. “Hemos actuado con apego a la ley”, definió, “ningún acuerdo ni arreglo (previo) pueden estar por encima de los ordenamientos legales”.
MERECIMIENTOS. Acaba de concluir el ciclo escolar en Estados Unidos y dos altos mandos de la Cancillería mexicana se graduaron en universidades de aquella nación. La subsecretaria de asuntos multilaterales, Martha Delgado, concluyó con su maestría en la Kennedy School de la Universidad de Harvard y la embajadora de México en aquella nación, Martha Bárcena Coqui, alcanzó un doctorado honoris causa en letras humanísticas por la Universidad Marymount y fue invitada de honor en la clausura de cursos.