Tiene toda la razón la presidenta Sheinbaum cuando refiere que las nuevas inversiones están esperando a ver qué tipo de aranceles se aplican o bien si se libran. Sí es natural, no es un gran descubrimiento, de acuerdo
Las dos cartas fuertes de la negociación de México frente a Estados Unidos están lejos del espectro de los más radicales del régimen heredado por Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, algunos de los más impresentables continúan con el proceso de desmantelamiento institucional y democrático del país y esto, tarde o temprano, será un tema del interés del gobierno de Donald Trump.
Marcelo Ebrard fue lo suficientemente cercano al expresidente, pero las traiciones duelen, así vengan del iluminado líder del movimiento.
Y en el caso de Omar García Harfuch, claramente no contaba con la bendición del tlatoani, pero se mantiene como el hombre de más confianza de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Resulta que ambos secretarios, el de comercio y el de seguridad, comparten un activo indispensable en este momento, la confianza de altos funcionarios y de personas muy cercanas a Donald Trump.
Hay otros personajes que también ejercen su poder y usan sus relaciones con las altas esferas de Washington DC a favor de la causa mexicana desde un perfil discreto, pero Ebrard y García Harfuch son los funcionarios ideales para desactivar la bomba arancelaria de marzo.
Pero, al mismo tiempo, se mueve esa otra maquinaria política del régimen que insiste en el proceso de desmantelamiento institucional y democrático del país que venden como su transformación soberana del país.
Por ahora, el primer disparo de Trump llegó por asuntos de migración y narcotráfico, pero cuando le llegue su turno a la revisión comercial, saldrán a relucir los temas del desmantelamiento del Poder Judicial y de los organismos autónomos.
Porque, además de que afectan directamente los intereses de las empresas estadounidenses, muchas de las funciones de los organismos autónomos desaparecidos estaban contemplados en el texto del acuerdo comercial, el T-MEC.
Sí, es obvio y natural que los inversionistas se tomen un tiempo hasta conocer el desenlace de las amenazas tarifarias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Tiene toda la razón la presidenta Sheinbaum cuando refiere que las nuevas inversiones están esperando a ver qué tipo de aranceles se aplican o bien si se libran. Sí es natural, no es un gran descubrimiento, de acuerdo.
Pero también es de sentido común, es obvio y natural, que las inversiones se pausen hasta conocer el resultado de la contrarreforma al Poder Judicial que hasta ahora apunta a una fracasada elección de jueces, magistrados y ministros, donde los ganadores serán aquellos cercanos al régimen, en sentido contrario de una práctica democrática mínimamente aceptable.
Cuando en el mundo hay un ambiente de incertidumbre, como el que ahora provoca Trump, la diferencia la marcan las economías que den certeza y México no es hoy precisamente el más confiable de los países.
Antes de que las imposiciones de Trump a México y el mundo se convirtieran en la preocupación monotemática del mundo ya arrastrábamos problemas graves internos. Desde los desequilibrios fiscales, pasando por la preocupante situación financiera de Petróleos Mexicanos, hasta las imposiciones antidemocráticas del régimen.
El hecho de que esos problemas tan importantes no dominen ya los titulares no significa que se hayan esfumado y tampoco se puede dar por sentado que no llamen eventualmente la atención del gobierno de Donald Trump que ya vimos que le gusta meterse en todo y en todos lados.