La economía mexicana estuvo en recesión dos años, uno de ellos previo a la pandemia, pero con todo no hay un estancamiento
No hay manera de poder sostener que en México estamos por entrar en un proceso de estanflación. Además de lo chocante de la palabrita, esos son asuntos mayores de los que más nos vale mantenernos alejados.
En México sí sabemos lo que implica esa combinación entre alta inflación, estancamiento económico y alto desempleo. La crisis de 1995, por ejemplo, sí nos trajo esa combinación que se agravó con un derrumbe financiero que hizo más difícil el panorama de entonces.
Pero, también esa crisis hizo que México tocara fondo en muchas malas decisiones políticas del populismo y el paternalismo del siglo XX y se iniciara un proceso de corrección de las leyes y las instituciones que nos dieron 20 años de estabilidad.
Con ese escudo protector nuestro país resistió aceptablemente bien la crisis global del 2009 causada por las hipotecas subrprime de Estados Unidos y todavía le alcanzó para los primeros embates de la crisis económica derivada de la actual pandemia de Covid-19, de la que todavía no conocemos ni el alcance del daño en la salud, ni de la economía mundiales.
Sin embargo, sí estamos en un evidente proceso de desmantelamiento de todas esas herramientas institucionales que han sido tan útiles para aguantar los malos tiempos.
En esta reciente crisis económica, la economía mexicana tuvo un retroceso junto con el resto del mundo, pero ya fue una caída mayor que otras economías de las mismas características.
El impacto humano de los contagios del SARS-CoV-2 en México también ha sido mayor en comparación con naciones de poblaciones y condiciones de desarrollo similares, más contagiados y más defunciones.
El fenómeno inflacionario que enfrentamos también es global, pero tiene efectos mayores en el mercado mexicano.
Y esa diferencia que hace que México tenga hoy una comparación negativa con otros países del mundo tiene que ver con las políticas públicas que se han seguido durante esta administración que han minado algo básico que es la confianza.
Hay ciertos sectores de la sociedad que pueden considerarse en una crisis profunda. Un ciudadano del sector servicios, en una zona urbana, de clase media, que haya perdido ingresos o de plano tenga meses sin trabajo y con una inflación personal superior a 15%, puede decir que está en algo más que estanflación. Y como ese ejemplo deben ser miles.
Pero, en general, la condición del país es de una recuperación económica lenta tras una caída drástica, con presiones inflacionarias, pero con expectativas de control durante los próximos trimestres. Además de una recuperación del mercado laboral, aunque con mayor precariedad.
La economía mexicana estuvo en recesión dos años, uno de ellos previo a la pandemia, pero con todo no hay un estancamiento.
Sin embargo, hay muy malas expectativas por el ambiente adverso a la inversión que se ha generado con las políticas del actual gobierno.
Desconfianza, baja inversión, desmantelamiento institucional y bajo crecimiento pueden cerrar un círculo vicioso que se refleje en las finanzas públicas y entonces sí se plante la semilla de una de esas crisis con nombres chocantes y consecuencias muy negativas para todos.