La noche de la elección estadunidense, una pregunta recorrió las mesas televisivas en las que participé: ¿qué debe hacer México frente a esto? Dije, al pasar, que ante la inminente presidencia de Trump México debía definir una línea de colaboración y otra de no colaboración. La primera se refiere a mantener y mejorar la intensa … Continued
La noche de la elección estadunidense, una pregunta recorrió las mesas televisivas en las que participé: ¿qué debe hacer México frente a esto?
Dije, al pasar, que ante la inminente presidencia de Trump México debía definir una línea de colaboración y otra de no colaboración.
La primera se refiere a mantener y mejorar la intensa administración binacional de problemas comunes. La segunda se refiere a pintar una línea de desacuerdo explícito, público, con algunos temas del nuevo presidente americano que pueden afectar gravemente a México.
De los compromisos de la campaña de Trump hay al menos tres que México debe rechazar abiertamente, como petición de principio para sostener la normalidad en los otros acuerdos de colaboración binacional.
El primer compromiso a rechazar abiertamente es que el gobierno estadunidense construirá un muro en la frontera, pagado con impuestos a las remesas que envían los mexicanos. La idea misma del muro es ignominiosa. México no puede evitar que Estados Unidos lo levante (termine de levantarlo), pero puede decir fuerte y claro, todo el tiempo, hasta el final de los tiempos, que está en contra.
El segundo compromiso inaceptable es el de acosar policiacamente a los mexicanos que viven en Estados Unidos para cumplir la promesa de Trump de expulsar a 11 millones de inmigrantes ilegales. México no puede evitar que la presidencia de Trump incurra en esta agresión inhumana, pero puede denunciarla como tal en todos los tribunales y las tribunas a la mano.
El tercer compromiso es la decisión anunciada de Trump de salirse del acuerdo de libre comercio de América del Norte. México no puede evitar que el presidente estadunidense se salga, pues es su derecho, pero puede establecer un alegato de calidad y resonancia mundial sobre cómo negociar las diferencias que hay en esta y otras mesas de acuerdos comerciales, en vez de simplemente destruirlas.
Una posición abierta de colaboración global con Estados Unidos junto a una posición particular de no colaboración en asuntos específicos, graves para México, podría ser un principio de respuesta a la pregunta del día: ¿qué hacer con Estados Unidos bajo el gobierno de Trump?