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La Comisión Federal de Electricidad (CFE), dirigida por Manuel Bartlett, combate las energías limpias y privilegia la quema de carbón para generar electricidad. Algo poco transparente, altamente contaminante, pero que sólo genera alarma en algunas pocas personas.

La falta de interés en el medio ambiente es algo evidente en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, pero también en la opinión pública. La decisión es combatir a las empresas dedicadas a la generación de energías limpias para privilegiar a empresas carboníferas de una región específica. Y no pasa nada.

Además de ir en contra de los compromisos del Acuerdo de París, que México suscribió, hay indicios de conflictos de interés y una clara discrecionalidad. Si en esta operación no hay corrupción, ¡cómo se le parece!

La 4T abandona la producción de energía barata y limpia de los aerogeneradores, esos que para el presidente López Obrador afean el paisaje y de las celdas fotovoltaicas, esas que se roban el sol de México, para comprar carbón del estado donde el presidente de la Comisión de Energía del Senado, el morenista, Armando Guadiana, tiene minas… de carbón.

Por asignación directa la CFE de Bartlett gastará 2,000 millones de pesos para comprar dos millones de toneladas de carbón a empresas exclusivamente de Coahuila, donde Armando Guadiana es dueño de dos empresas mineras y es socio de otras 16.

Esto que en cualquier parte del mundo sería un escándalo que debería involucrar renuncias y sanciones, en el México de la 4T pasa de noche. Es una acción retrógrada que contamina, que opaca la transparencia conseguida y que vulnera cualquier control democrático que podamos tener. Es regresar a la era del carbón y el control político total.

Pero tal descaro les hace lo que el viento a Juárez. Y ya no pensemos en el manto protector del presidente que es de un blindaje pocas veces visto ante millones de irreflexivos ciudadanos. No hay molestia alguna ni siquiera para el cuestionadísimo Manuel Bartlett.

Contratos sin licitación de por medio y sin pudor a empresas carboníferas impulsadas por el presidente de la comisión de energía del Senado, asignaciones directas para generar electricidad con un material que este país estaba en proceso de abandonar por sus altos niveles contaminantes.

Y todo lo hacen, porque pueden. Porque tienen control de los organismos supervisores y porque gozan de una enorme impunidad ante la mayoría de la opinión pública.

La falta de contrapesos en el sector energético ha derivado en algunas de las peores decisiones que ha enfrentado ese sector en décadas.

¿Es en serio que en esas manos se busca dejar el manejo del presupuesto de egresos?

A los ingresos y gastos gubernamentales les queda ese instrumento democrático que es el contrapeso del poder Legislativo, ese que ahora pretenden borrar en un periodo extraordinario los legisladores de Morena para el manejo discrecional del gasto público.

Si lo consiguen no tardaremos mucho en ver el equivalente a despreciar las energías limpias para contaminar con carbón que les compran a los amigos sin licitación, pero en el ejercicio del gasto público.