Como si no conociera, pues, a su provocador y pendenciero camarada de la inexplicable y ostentosa finca del escándalo
En las tempranas horas de este día de su primer Informe de Gobierno, la presidenta Sheinbaum tiene aún la oportunidad de asegurarse de que su mensaje político no parezca una arenga de activista, sino de lo que es: la jefa del Estado mexicano.
Como andará muy atareada, bien puede pedirle a quien más confianza le tenga una última revisión al texto, por si se le colaron expresiones partidistas o descalificaciones a sus críticos y adversarios, honrando su palabra del 22 de septiembre del año pasado, cuando resaltó la importancia de que se mantenga la unidad en el (que no diga “de nuestro”) movimiento de transformación y anunció que guardaría una loable distancia de su agrupación política:
“Me corresponde pedir licencia como militante de Morena, seré Presidenta constitucional y debo gobernar para todas y todos los mexicanos”, declaró.
El recordatorio viene a colación porque durante su primer año le ha sido imposible contener sus fobias, por más que en aquella ocasión haya dejado claro: “No voy a abandonar nuestros principios ni la forma de gobierno”.
Esa forma, precisamente, es la ominosa que heredó de López Obrador, quien se comportó más como un fanático político que como presidente.
Basta lo que Sheinbaum dijo sobre la degradante exhibición que ofrecieron el priista Alejandro Moreno y el morenista Gerardo Fernández Noroña para constatar que la señora prefiere igualmente conducirse como activista de su partido que como la mandataria que se comprometió a “gobernar para todas y todos los mexicanos”.
Para ella, el sainete del miércoles “muestra lo que es el PRIAN…”: en realidad dos partidos dirigidos por un “porro”, dijo, y por el líder del fantasioso “cartel inmobiliario”.
Azuzada por los “periodistas” lamesuelas que titiritea su jefe de asesores Jesús Ramírez Cuevas, ex vocero y ex dijay de López Obrador, hizo de las mañaneras del jueves y viernes un mitin partidista, sin tomar en cuenta que su despreciativa síntesis de lo sucedido incluye a poco más de 15 millones de ciudadanas y ciudadanos que votaron por el PAN y el PRI en la elección presidencial que ella ganó con Morena, PT y el Verde por casi el doble de sufragios.
De su ex partido, el PRD, celebró: “Ese ya perdió. Hasta el registro perdió (…). Siguen siendo lo mismo en el fondo (…). Ellos hablan de que nosotros somos un gobierno autoritario cuando lo que promovemos son las libertades en nuestro país, la democracia y la participación de la gente. ¿No les parece muy autoritaria la actitud del presidente del PRI y de sus diputados?”.
Como si no conociera, pues, a su provocador y pendenciero camarada de la inexplicable y ostentosa finca del escándalo.
“Son el PRIAN, no se nos olvide, son del PRIAN”, recargó, haciendo suya una de las más injuriosas calumnias que profirió Fernández Noroña antes de huir de los empujones que él inició: que Lilly Téllez y el dirigente del PRI quieren que el ejército gringo intervenga en México.
No sobra, insisto, una última revisión a su mensaje…