Ahora sí ya están cerca las elecciones intermedias en Estados Unidos y eso pone muy nerviosa a la clase política estadounidense. Y cómo no, con un presidente como el que tienen, el proceso de renovación de la Cámara de Representantes, de un tercio del Senado, de un número importante de gubernaturas y miles de puestos … Continued
Ahora sí ya están cerca las elecciones intermedias en Estados Unidos y eso pone muy nerviosa a la clase política estadounidense. Y cómo no, con un presidente como el que tienen, el proceso de renovación de la Cámara de Representantes, de un tercio del Senado, de un número importante de gubernaturas y miles de puestos locales más, se convierte también en un referéndum a la gestión de Donald Trump.
El reciente episodio en torno a la postulación del juez Brett Kavanaugh como integrante de la Suprema Corte de Justicia deja ver los alcances de las tensiones políticas en aquel país.
Falta menos de un mes para que se abran las urnas y conforme se acerque la fecha el presidente Trump se verá cada vez más descarado en su intento de influir en su clientela política.
Y no necesariamente serán las notas falsas en las redes sociales las que hagan el trabajo sucio. Ciertamente el peligro existe. Sobre todo, porque los ataques, rusos o de casa, pueden ir dirigidos a candidatos locales y de una manera más discreta puede influir en la composición final de las cámaras.
Pero lo que puede cambiar los ánimos electorales de manera más clara no serán las fake news, sino las oil news. Vamos, los temas económicos pueden influir en los electores.
Porque si bien la economía crece de manera acelerada, hay riesgos que pegan anímicamente como la inflación y hoy específicamente los precios de las gasolinas. El incremento en el precio internacional del petróleo ha llevado a las gasolinas por arriba de los 3 dólares por galón.
Allá, como aquí, son sensibles a ese precio y es un factor que puede presionar la inflación. No hay nada peor que un elector enojado en la gasolinera.
En los días que quedan antes de las elecciones intermedias puede que esto no sea un factor determinante, sobre todo porque el presidente Trump se encargará de cacarear otros logros económicos.
Apenas el viernes pasado el republicano estaba eufórico con los datos de la nómina no agrícola. Más que la creación de 134,000 nuevas plazas, por el dato de una tasa de desocupación de 3.7% de la población económicamente activa, un nivel que no veía ese país desde hace casi medio siglo.
Mucho de su público electoral no entiende de ciclos económicos, así que les podrá vender que él es el superhéroe económico y que se merece el refrendo en las urnas.
Pero si la economía empieza a mostrar signos de sobrecalentamiento y la inflación sube a niveles que haga que la Reserva Federal tenga que restringir rápidamente la política monetaria, no habría buenos augurios para sus intentos reeleccionistas dentro de dos años.
Y más allá de la sonrisa que nos arranque la posibilidad de una no reelección de Trump, nos quedaría la mala noticia de las consecuencias de una economía estadounidense en problemas, con todo lo que esto implica para un país tan dependiente como México. Y de paso abre la puerta a medidas más desesperadas de un sujeto que claramente está dispuesto a lo que sea para conseguir sus objetivos.