Debió venir Marco Rubio para que el gobierno actúe contra un gran negocio surgido en el gobierno de López Obrador: traer gasolina y diésel del extranjero, camuflarlo como aceite y así no pagar el IEPS. Un enjuague de 177 mil millones de pesos al año
Debió venir Marco Rubio para que el gobierno actúe contra un gran negocio surgido en el gobierno de López Obrador: traer gasolina y diésel del extranjero, camuflarlo como aceite y así no pagar el IEPS. Un enjuague de 177 mil millones de pesos al año.
El primero en caer es alguien que estuvo enlistado para ser secretario de Marina: vicealmirante Manuel Farías, familiar del almirante Rafael Ojeda, secretario de Marina de López Obrador, el presidente que decía que “nada ocurre sin el visto bueno del presidente”.
El mismo día de la visita del secretario de Estado, el gobierno mexicano apresó al vicealmirante Farías, pero su captura fue anunciada 72 horas después. Farías encarna el nepotismo, tráfico de influencias y corrupción en el gobierno de López Obrador.
Sí, nepotismo, tráfico de influencias y corrupción, porque es preciso el apoyo del más alto nivel para contar con la capacidad económica, y entrar millones de litros de combustible, para distribuirlo sin pagar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios.
Marco Rubio se la tiene jurada a López Obrador, desde que era senador, cuando lo creía responsable del avance del crimen organizado en México. Incluso, escribió en su cuenta de X:
“Como presidente, López Obrador ha dejado claro que no usará la fuerza para enfrentarse a grupos narcoterroristas en México. El resultado trágico es que grupos criminales organizados, no el gobierno, ahora controlan grandes porciones de un país importante”.
Y fue hasta la asunción de Marco Rubio a la cabeza del Departamento de Estado, en enero pasado, que inició la ofensiva de EU contra el llamado huachicol fiscal, y sus ganancias anuales de 177 mil millones, hecho que marcó el sexenio de López Obrador.
Justo en el primer año del gobierno de López Obrador, inició la construcción de una planta clandestina en Veracruz, que un año después empezó a refinar petróleo robado a Pemex por La Barredora, el cartel dirigido por el jefe de policía de Adán Augusto López.
Ajá, todos los caminos conducen al expresidente: Adán Augusto López fue, además, su secretario de Gobernación, uno de los precandidatos presidenciales de Morena y, hoy, jefe de los senadores de Morena. Además, llamado “hermano”, por López Obrador.
Documentos militares a los que tuvo acceso @MXvsCORRUPCION indican que el ex jefe policiaco de Adán Augusto López también operaba en dos de las obras faraónicas y sin transparencia de López Obrador: la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.
Marinos, civiles y funcionarios gubernamentales armaron una red, y así le robaron montos históricos a México, durante el mandato de López Obrador: montos ante los cuales son centavos los 20 mil millones de pesos de pesos de Segalmex.
Un gobierno que agarró a México como su piñata.