Malos diagnósticos llevan a tomar malas decisiones. Y por lo visto el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador parte de datos sesgados, malas interpretaciones y visiones manipuladas para aplicar su política de gobierno. El primer error está en caricaturizar el manejo económico que ha tenido el país y etiquetarlo como neoliberal y por lo … Continued
Malos diagnósticos llevan a tomar malas decisiones. Y por lo visto el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador parte de datos sesgados, malas interpretaciones y visiones manipuladas para aplicar su política de gobierno.
El primer error está en caricaturizar el manejo económico que ha tenido el país y etiquetarlo como neoliberal y por lo tanto como maligno.
El pensamiento dogmático, revivir el discurso de la lucha de clases, pretender crear un enemigo imaginario al que se le pueda responsabilizar de los errores propios en el futuro no es un buen inicio.
Un mal diagnóstico escuchado al presidente López en su primer día de gobierno es que recibe un país en crisis. Esto, además de contradictorio con sus propias palabras y las de sus colaboradores, es una falsedad que lleva a actuar de manera equivocada.
Hay un mal diagnóstico presupuestal que lleva al gobierno que inicia a comprometer miles de millones de pesos en gastos sociales y de infraestructura, al tiempo que promete no elevar los impuestos, no aumentar la deuda y no gastar más de lo que se ingresa.
Esta promesa de disciplina macroeconómica parte del diagnóstico falso de que se ahorrarán 500,000 millones de pesos al año en corrupción. Por lo tanto, no es una promesa que abone a la confianza de los mercados.
Prometen un gasto corriente muy austero, que habrá que corroborar en menos de 15 días con la propuesta del Paquete Económico para el 2019, y esto sin duda permitirá ahorros. Pero difícilmente podrían compensar la enorme carga al gasto que se pretende.
Es un mal diagnóstico pensar que los capitales privados les tendrán confianza sólo por el bono democrático con el que llegan. Claro que los empresarios que dependen tanto del mercado interno no van a declarar otra cosa que su confianza en el gobierno que inicia, no son suicidas.
Pero los capitales externos, e incluso las decisiones de inversión de los propios capitales locales, se moverán en función de las certezas que obtengan.
Es un mal diagnóstico, dogmático, cancelar la producción de transgénicos. Cuando las importaciones de Sudamérica de alimentos son de productos genéticamente modificados.
Es un mal diagnóstico el que hace de la reforma al sector energético, sobre su responsabilidad en la baja de la producción petrolera y los montos de inversión. Pero esto le sirve para cumplir con el capricho de construir al menos una refinería.
Me canso ganso que el aeropuerto se hace en Santa Lucía. Éstos son los mensajes que no ayudan a la confianza porque carecen de toda lógica técnica, económica y de sentido común. La cancelación del nuevo aeropuerto será emblemática en su gobierno.
No es un asunto de estilos. Al presidente López Obrador y sus 30 millones de votos se le perdona todo.
Nada que ver con el linchamiento que tuvo Vicente Fox por llevar emblemas católicos el día de su toma de protesta con el hecho de que el actual presidente se arrodillara para recibir otro objeto simbólico, en este caso un bastón de mando, de los pueblos indígenas.
Y ni qué decir de la foto con el dictador venezolano, Nicolás Maduro. Un hecho inaceptable para cualquier otro demócrata, pero tolerable al parecer en el caso de López Obrador. Sin embargo, con estos mensajes no pasa nada. Es su estilo.
El problema está en no atender la realidad del país y por lo tanto desde una visión sesgada no tener capacidad de hacer buenos diagnósticos serenos, sin animadversiones en contra de tecnócratas o empresarios, porque eso llevará a malas decisiones que dañarán al país entero. De eso no hay duda.