Parecen ganas de molestar, pero esas visiones catastrofistas que plantean algunas firmas calificadoras para México si se destruye el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) más parecen elementos de la presión negociadora estadounidense. Es como si advirtieran al gobierno mexicano que más les vale doblar las manitas ante las presiones de los … Continued
Parecen ganas de molestar, pero esas visiones catastrofistas que plantean algunas firmas calificadoras para México si se destruye el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) más parecen elementos de la presión negociadora estadounidense.
Es como si advirtieran al gobierno mexicano que más les vale doblar las manitas ante las presiones de los negociadores de Donald Trump o de lo contrario estaríamos en la antesala del infierno. Así Moody’s, este juez y parte de las calificaciones crediticias, advierte que podríamos ver dólares a 27 pesos y una gran recesión si Estados Unidos se sale del acuerdo trilateral.
Es posible que esta catástrofe que anticipan, con todo e inflación y disparo de las tasas de interés, sí se haría realidad si Trump cumple con sus amenazas, pero ponerle números tan certeros al efecto va de lo arriesgado a lo irresponsable.
Apenas el viernes en la Conferencia de Conservadores otra vez el republicano insistió en que, si no le gusta el resultado de la renegociación del TLCAN se salen y empiezan de cero.
Es la misma amenaza con la que hemos vivido desde la campaña y ni hablar de la espada que pende sobre el TLCAN desde que asumió el poder.
Pero al mismo tiempo, conforme han pasado los meses, desde las entrañas del gobierno estadounidense han tomado conciencia de lo que implicaría para su propia economía terminar con este acuerdo.
El trabajo de cabildeo de los diferentes sectores productivos que se verían afectados ha provocado una luz de conciencia sobre la importancia de un bloque norteamericano más fuerte.
Sin embargo, la expectativa de que pudiera terminar el acuerdo ya ha tenido consecuencias negativas para todos los socios.
Ahí están las advertencias que hacen esas calificadoras que tienen efectos negativos en los participantes de los mercados que toman precauciones y retrasan inversiones.
México ha dejado de recibir cantidades importantes de inversión directa que está a la espera de conocer cuáles serán las reglas del juego.
Y Estados Unidos también tiene facturas de los exabruptos de Trump. Uno de los sectores que más afectación ha tenido hasta ahora es el agrícola, específicamente los productores de granos.
Resulta que en México durante el 2017 la importación de maíz desde Brasil se incrementó en 970% y este año la tendencia es similar. Lo que ahora se compra al país sudamericano es lo que antes se compraba a los estadounidenses.
Este es un ejemplo de muchos otros mercados que están sustituyendo importaciones de Estados Unidos por el simple temor a que repentinamente se cierren los canales. Y deben saber los exportadores que es difícil reestablecer esas cadenas una vez que los que demandan encuentran a otros proveedores.
Es simple, los agentes económicos no tienen el tiempo ni la paciencia de aguantar los berrinches del presidente Trump, así que buscan mercados y los encuentran.
Es un hecho que si fracasan las renegociaciones del TLCAN y Estados Unidos opta por salirse del acuerdo habrá consecuencias funestas para la economía.
Pero también es un hecho que la economía es como el agua y busca sus cauces y eventualmente se restablecen los flujos comerciales en nuevas rutas.