El año pasado, Maduro echó de Venezuela a la misión de derechos humanos de la ONU, tras lo cual dejó a al país sin supervisión internacional imparcial, en un momento en que su gobierno intensificó la represión, después de robarse las elecciones presidenciales
Es el modo de operar del populismo: si la DEA captura a García Luna, aplausos; si captura a Zambada, que de explicaciones. Así, ante las amenazas de EU, el dictador Nicolás Maduro pide apoyo a la ONU, la misma ONU a la que echó de Venezuela en 2025.
Fariseos de tres al cuarto: resultaba inmoral que la esposa rica de Peña tuviera una casa de ricos, pero Fernández Noroña orinaba en coladeras por ser pobre, y hoy casi la da un infarto defendiendo su derecho moral a ocupar su casa de campo, de ricos.
Y Maduro pide auxilio a la ONU en medio de la creciente tensión por el despliegue naval de Trump en el Caribe. Sin embargo, expulsó a la ONU de Venezuela, por denunciar su maquinaria de represión y el deterioro del Estado de derecho”.
Antes, Maduro rechazó el dictamen de ser responsable de “crímenes de lesa humanidad”, según concluyó la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos sobre la República Bolivariana de Venezuela, Resolución 42/25.
La comisión estableció responsabilidades individuales sobre graves violaciones de derechos humanos cometidas por la dictadura chavista: 443 páginas señalan como los responsables directos a Maduro, su segundo (Diosdado Cabello) y a la cúpula militar.
Sólo en 2019, el régimen venezolano había asesinado a cinco mil 94 opositores políticos y detenido sin órdenes judiciales a otros tres mil 479: “Estos crímenes se coordinaron y cometieron de conformidad con las políticas del Estado”.
La comisión comprobó la tortura “para extraer confesiones o información, contraseñas telefónicas y de redes sociales, o para obligar a una persona a incriminarse a sí misma o a otras personas, en particular a líderes de la oposición de alto perfil”.
Los opositores venezolanos que no son asesinados, son “sometidos a posiciones de estrés, asfixia, golpes, descargas eléctricas, cortes y mutilaciones, amenazas de muerte y tortura psicológica, con el apoyo directo de los altos funcionarios del gobierno”.
El año pasado, Maduro echó de Venezuela a la misión de derechos humanos de la ONU, tras lo cual dejó a al país sin supervisión internacional imparcial, en un momento en que su gobierno intensificó la represión, después de robarse las elecciones presidenciales.
Hoy, en cambio, el dictador pide auxilio a la ONU para que haga valer los derechos internacionales de las naciones, al considerar que “constituye una gran amenaza a la paz y la seguridad regionales” la presidencia militar frente a sus costas.
Ajá, los mismos derechos de los ciudadanos venezolanos que le impide a la ONU defender. Porque, así como en las relaciones de los países, tiene el encargo universal de velar por las garantías fundamentales de las personas en cualquier país.
Fariseos de tres al cuarto.