El PRI opera en Quintana Roo para que repita en el gobierno no solo el mismo partido, sino el mismo grupo. Lo que en tiempos del viejo PRI se llamaba “continuismo”. No creo que haya en el país un estado donde un gobernador saliente haya podido colocar en su puesto a dos gobernadores sucesivos. Es … Continued
El PRI opera en Quintana Roo para que repita en el gobierno no solo el mismo partido, sino el mismo grupo. Lo que en tiempos del viejo PRI se llamaba “continuismo”.
No creo que haya en el país un estado donde un gobernador saliente haya podido colocar en su puesto a dos gobernadores sucesivos.
Es lo que sucedería en Quintana Roo de ganar este domingo el candidato del PRI, Mauricio Góngora, pues para nadie es un secreto que la puja final por la candidatura priista fue entre el favorito del gobernador Roberto Borge, José Luis Toledo, y el favorito del exgobernador Félix González Canto, el propio Góngora, secretario de Hacienda en los primeros años del gobierno de Borge.
De ganar Góngora, Quintana Roo seguiría esquivando la corrección por excelencia de la democracia, que es la alternancia en el poder. Sería también el primer estado donde un gobernador ha podido dejar a sus dos sucesores.
La palabra democracia describe mal lo que sucede en las elecciones estatales de México. Siguen siendo en muchos sentidos “elecciones de Estado”.
Los gobiernos obstruyen la competencia, compran a los medios, desvían recursos para la “operación electoral” por su partido.
En Quintana Roo, el gobierno pone a sus funcionarios a organizar el voto, responsabilizándolos de pirámides de votantes que empiezan por sus propios subordinados y se extienden a las familias y amigos de estos.
El gobierno actúa como aliado y como sustituto del partido. Paga salarios a los activistas electorales, reparte despensas y regalos, compra los votos.
Por un voto a favor, en Quintana Roo se pagan hoy entre mil y mil 500 pesos. También se paga porque alguien no vote en contra: 7 mil pesos a cambio de la entrega de la credencial de elector mientras pasa el día de los comicios. Al operador político que se cambia de bando le ofrecen hasta 180 mil pesos.
La gente vota poco y sin convicción en Quintana Roo: 28 o 30 por ciento del padrón. Conservar el “voto duro” mediante la famosa “operación electoral”, puede bastar para asegurar la victoria.
El voto duro cautivo solo puede vencerse con el voto abundante y libre.