Supongamos que hoy el presidente Donald Trump se asume como el padre -o si se quiere hermano mayor y dominante- de la trilogía americana que tiene que revisar el año que viene lo que ahora se llama TMEC, que es lo mismo pero no es igual
Cuando en diciembre de 1992, Carlos Salinas de Gortari, George H. Bush (el primer Bush) y Brian Mulroney firmaron en Monterrey el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Los Estados Unidos y México, los tres parecían una reproducción en serio de los personajes de la película que había hecho, 40 años exactamente antes, Julian Soler, Los Tres Alegres Compadres.
Desde luego que la trama era otra, aunque parecida; Andrés Soler y sus hijos Pedro Armendáriz y Jorge Negrete, tienen una relación más que fraternal, de amigos, compadres vaya. Los tres llegan a un pueblo que está en feria, y cada uno por su lado conoce ahí y se enamora de una bella joven -mi muy querida y recordada Rebeca Iturbide- al grado de que su simultánea seducción lleva al grado de la casi desintegración del fuerte vínculo familiar de los tres compadres. La realidad es que Diana, la muchacha, es portadora de un botín en dólares “marcados”, producto de un robo en California por un bandido que es su pareja obvia, hecho por Wolf Ruvinski, también de mi grata memoria.
Supongamos que hoy el presidente Donald Trump se asume como el padre -o si se quiere hermano mayor y dominante- de la trilogía americana que tiene que revisar el año que viene lo que ahora se llama TMEC, que es lo mismo pero no es igual.
La agresiva política de aranceles del gobierno de los Estados Unidos ha llevado por el momento a un rechazo por parte de Canadá a los aranceles que Trump determinó aplicar a las exportaciones de Canadá a su país. Principalmente, estamos hablando de lácteos y madera, que son los principales productos canadienses que le venden a su vecino del sur.
La resistencia de Mike Carney, reciente Primer Ministro de Canadá, y la difusión de un video en el que el presidente Ronald Reagan expresa su rechazo a las políticas de altos aranceles que bloquean, y matan finalmente el comercio, la producción, el consumo y la vida de todos, llevó al presidente Trump a suspender toda negociación comercial con su socio del norte y ponerle un diez por ciento de aranceles.
Lo mismo puede cambiar, pero eso es cosa de ellos.
Lo nuestro, es que el presidente Trump simultáneamente habló de México, país, en una tesitura que no tiene nada que ver con comercio ni con aranceles, sino con seguridad, o mejor dicho la inseguridad, que -NO nos hagamos pendejos- es la principal preocupación de los mexicanos.
En su juicio, Donald Trump afirma que la señora presidente de México es una agradabilísima persona, inteligente, valiosa, y todos los elogios que su vocabulario le permite. Pero, siempre hay un pero. El presidente Trump afirma -no por primera vez- que la señora Sheinbaum no gobierna el país. Que los narcotraficantes están al mando y que ella no es capaz de combatirlos.
Por lo cual los Estados Unidos tendrán que actuar en consecuencia. Tal vez no lo dijo así, pero lo dejó en claro. Y no por vez primera.Los personeros de la defensa advirtieron hace tiempo que la tercera parte del territorio mexicano es gobernada por los narcos. Yo creo que se quedaron cortos.
Admitirlo -para que no me acusen de traición a la Patria y de sugerir traer a Donaldo con la capa de Maximiliano- no quiere decir ceder a la soberanía. Quiere decir simplemente aceptar una realidad innegable. El narco manda en la mayor parte de México. Y los tres alegres compadres se van a quedar, como en la película, condenados a quedarse con la ilusión de la armonía soñada, que es lo que suelen resultar algunas prendas amadas.
PILÓN: PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El pasado sábado, en una de las más concurridas funerarias de Culiacán, Sinaloa, se hicieron las exequias de un joven de emparentado consanguineamente con mi señora. Por decisión de su familia, sólo hubo una misa e incineración inmediata de los restos.
Poco tiempo después de terminado este rito, llegó un grupo de hombres armados a echar bala a la agencia funeraria y a un grupo de jóvenes que estaban a la puerta. El saldo trágico no ha sido dado a conocer.Lo único que persiste es el miedo de que los mismos agresores recorran los hospitales para acabar con los que no murieron en el ataque.
Yo, ya ni en la paz de los sepulcros creo.
