Si la salud se lo permite, no hay nada que pueda detener la tercera candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador. La ha preparado con cuidado desde la creación de un partido a su medida, hasta rodearse de la gente que más le acomoda como Félix Salgado Macedonio en Guerrero, por ejemplo. Con el candidato … Continued
Si la salud se lo permite, no hay nada que pueda detener la tercera candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador. La ha preparado con cuidado desde la creación de un partido a su medida, hasta rodearse de la gente que más le acomoda como Félix Salgado Macedonio en Guerrero, por ejemplo.
Con el candidato resuelto, hay que ver cuáles serán sus líneas discursivas para emprender su estrategia de descalificaciones.
Podría elegir arengas en materia de corrupción o inseguridad, que son algunos de los temas flacos del actual gobierno. Pero corre el riesgo de que hasta su propio nombre aparezca involucrado en esos temas. Porque si algo no tienen los morenistas y su presidente es aquello de un plumaje limpio en el pantano por el que dicen cruzar.
Habitualmente son los temas que tienen que ver con la economía los que suelen ser blanco de su estrategia de ataques. Y es justamente aquí donde tendrán que sacar a relucir sus mejores técnicas gobelianas para descalificar algo que no muestra problemas críticos como en otros años.
Pueden repetir hasta el cansancio que este país va muy mal en materia de empleo, inflación, crecimiento y demás. Habrá quien le crea, pero cualquiera que tenga una mínima capacidad de entendimiento podrá ver que serán señalamientos falsos.
Un flanco débil está en la coyuntura de renegociación del Tratado de Libre Comercio. Pueden usar una oposición férrea a Donald Trump como una estrategia para hacer enojar a los electores. Pero eso no enfoca el enojo en los políticos locales sino en los externos.
El más vulnerable de los aspectos ante los ojos de un populista es la reforma energética, desde el costado que más duele a los ciudadanos, el de los precios de las gasolinas. Porque ni siquiera hay atención en los precios de otros energéticos, como el gas LP que ya superó los 10 pesos por litro.
En el mundo ideal de precios estables y salarios que aumenten su poder de compra no debe haber un precio bajo de los combustibles altamente contaminantes como las gasolinas.
Pero este es un país donde usaron a Petróleos Mexicanos como símbolo de la mexicanidad y el patriotismo, nos acostumbraron a que el gobierno manejaba con una visión fiscal los precios de las gasolinas, que subían cuando el gobierno andaba corto de recursos y se estabilizaban para las elecciones.
La gasolina es un derivado del petróleo y tiene un precio inestable. La reforma energética dejó a las gasolinas y al diesel al nivel de las tortillas, la leche o los jitomates, en un nivel de precios de mercado.
Este año concluye el proceso de apertura del mercado de estos combustibles y debería ser razón suficiente para ver un libre mercado en las gasolinas. Pero no será así todavía.
Es pues totalmente falso que se prepare un gasolinazo para enero. Primero porque nadie sabe cuál será el comportamiento de los precios y segundo porque se mantiene la suavización del precio a través de la válvula del impuesto especial.
Estamos en los ensayos, en las cargas de salva de los que ya preparan sus estrategia electoral a través de la vía emocional, con total renuncia a la explicación racional.
No hay otra forma de entender que aquellos que se auto denominan progresistas griten que es injusto que los automovilistas tengan que pagar precios de mercado por un producto altamente contaminante y que se necesitan subsidios del dinero de los ciudadanos que aunque no tengan auto, cooperen para llenar el tanque de las clases con más poder de compra.