En Europa, por ejemplo, no juegan con los saludos nazis y las ventas de Tesla en enero pasado tuvieron una caída en ese mercado del 50.3 por ciento
Donald Trump dijo en algún momento de la campaña ante un grupo de conservadores cristianos que tenían que ir a votar (en las elecciones de noviembre del año pasado), pero que no tendrían que volver a hacerlo.
Cuando en una entrevista le pidieron aclarar el sentido de sus palabras hizo lo que saben hacer los populistas, echar la culpa a sus adversarios y no dar una respuesta concreta ante su posible advertencia de querer aferrarse al poder más allá de estos cuatro años.
Con el antecedente de haber azuzado la toma del Capitolio en el 2021, hay dudas razonables si el actual Presidente de Estados Unidos respetará la regla democrática de no buscar extender su mandato más allá de su segundo periodo.
Difícilmente esa democracia se lo permitiría, tal como la democracia mexicana condenó los escarceos del expresidente, Andrés Manuel López Obrador, de probar la tolerancia del pueblo bueno con el intento de reelección de Arturo Zaldívar en la Suprema Corte.
Sin embargo ya lo vimos en México, no hace falta la presencia física del autócrata para que su figura se mantenga preponderante en el poder, su agenda legislativa, cumplida al pie de la letra, es la mejor prueba de ello.
Con todo, aun con esas herencias, no siempre positivas en las democracias, los gobernantes son temporales, muchos son dañinos, pero transitorios.
Puede tomar una o dos generaciones recomponer el camino, pero López Obrador o Donald Trump pasarán a la historia que se encargará de ellos.
¿Quiénes se quedan? De entrada, los gobernados, que verán pasar a lo largo de su vida un número amplio de políticos que tendrán su oportunidad.
Dentro de los ciudadanos, están los empresarios y muchos de ellos dejarán tras de si negocios que trascenderán sus propias vidas y que podrán seguir funcionando independientemente de los gobernantes con los que les toque interactuar.
Uno de esos hombres de negocios mexicano dijo, hace muchos sexenios, que le tocaría ver cómo el Presidente en ese momento se iría y él se quedaría con sus actividades productivas.
Hay un empresario, de hecho, el más rico del mundo, quien confundió los dos caminos. Y si bien hoy goza de un poder descomunal es muy probable que le cueste caro cuando todo acabe en su actividad emprendedora.
Sí, Elon Musk, ha decidido sacrificar sus negocios en el nombre del proyecto de Donald Trump.
En Europa, por ejemplo, no juegan con los saludos nazis y las ventas de Tesla en enero pasado tuvieron una caída en ese mercado de 50.3 por ciento. Muchos gobiernos y empresas gigantes han cancelado tratos con las compañías de Musk por su verborrea incontenible.
Claro que tendrá beneficios en contratos con el gobierno de Estados Unidos, pero serán temporales, seguro los demócratas algún día querrán revisar esas concesiones.
Donald Trump quiere imponer su agenda, su pensamiento, a las empresas de su país, no sólo con obligarlos a la producción local, sino hasta con temas de la diversidad. Muchas lo aceptan y han tenido la cobardía de echar para atrás sus políticas inclusivas, otras resisten.
Pero Trump se va a ir y con él sus políticas. La pregunta es qué clase de Elon Musk podrá resultar tras este breve episodio de la historia estadounidense.
En Europa, por ejemplo, no juegan con los saludos nazis y las ventas de Tesla en enero pasado tuvieron una caída en ese mercado del 50.3 por ciento.