Nuestra memoria colectiva tiene una, no tan rara, proclividad a la amnesia. Para nosotros, el 2 de abril de este año ya es casi prehistoria, ya se nos olvidó. Esa tarde, una mujer de la tercera edad, acompañada de su nieto, llegó a la casa que es de su propiedad, en Chalco, estado de México, … Continued
Nuestra memoria colectiva tiene una, no tan rara, proclividad a la amnesia. Para nosotros, el 2 de abril de este año ya es casi prehistoria, ya se nos olvidó.
Esa tarde, una mujer de la tercera edad, acompañada de su nieto, llegó a la casa que es de su propiedad, en Chalco, estado de México, a exigir a las personas que ilegalmente ocupaban su casa, se largaran. No voy a escribir el nombre de esta mujer, primero por pudor, y luego por una imbécil disposición legal que prohibe dar en los medios los nombres de los presuntos delincuentes, mientras no sean condenados.
Claro, los nombres, y fotografías sin bloqueo, de las víctimas, se pueden dar a conocer como queramos. Luego de una tórrida discusión con los habitantes, la abuela sacó una pistola y disparó contra ellos. Dos murieron.No disculpo a esa señora ni a su nieto, que aparentemente también disparó, ni soy nadie para hacerlo.
En nuestra civilización actual, el estado es el único que tiene el monopolio para ejercer la violencia, al extremo de matar a una persona. Ninguno de los demás podemos hacer eso.
No obstante, como la señora presidente Sheinbaum dijo acertadamente en su monólogo matutino, la propiedad privada está garantizada por la Constitución de nuestro país. También debería ser garantizado el derecho a defenderla.
En Europa, particularmente en España, desde los años sesenta se ha avecindado, ahora sí bien dicho, el fenómeno de los okupas. Se trata de personas, familias enteras, que detectan una casa habitación desocupada y se meten a vivir en ella. Y a ver quién las saca.
El fenómeno se ha dado también en los Países Bajos, con los squats, y en la Gran Bretaña, donde se llaman squatters. Su germen está, obviamente, en la injusticia social que produce millones de seres humanos que no tienen recursos para comprar una vivienda, o por lo menos pagar el alquiler de una. Por ahí viene el caso de la abuela que mató a sus okupas.
La amenaza de los okupas en México nació de la confusa explicación que el lunes, en la mañanera, dio Octavio Romero Oropeza, director del INFONAVIT, anunciando la regularización de la propiedad de viviendas ilegalmente ocupadas. Según el galimatías que desató el señor Romero Oropeza -quien arrastra el desprestigio impune de la pésima dirección de PEMEX, de 2018 a 2024- la puerta ya está abierta, para todo aquel que se lance a buscar una casa deshabitada, meterse por la ventana y a la postre recibir las escrituras a su nombre por parte del organismo que ahora administra, supuesta vivienda para los trabajadores.
Los defensores de los okupas europeos aducen el texto del capítulo 25, sección primera, de la declaración universal de los derechos humanos, que reza así: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación y el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios….”
Claro que, si a esas vamos, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, también garantiza muy oronda el derecho que tenemos todos los mexicanos a un empleo, salud, educación, vivienda y hasta recreo.
Ay se los encargo.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Yo no sé a qué oposición se refiere la señora presidente Sheinbaum que -según ella- interpretó la cancelación de su diálogo con Trump en Canadá como un desaire a México. Si existiese algo digno de llamar oposición en México, yo sería el primero en aplaudir. De todas maneras, y por las causas que fueron, el encuentro Sheinbaum-Trump no se dio.
La intención del gobierno mexicano era restregarle en el rostro al presidente de los Estados Unidos los avances logrados por García Harfuch -quien iba a ser el portavoz- en el combate al tráfico de fentanilo y a la migración clandestina que pasa por encima del Río Bravo. Esas son las dos mayores preocupaciones de Trump cuando le dicen México.
Esperanzadoramente se dará una negociación de un singular acuerdo sobre migración, seguridad y comercio entre los dos países, que doña Claudia propuso.
Al margen del T-MEC.
Ojalá, es una palabra que a nuestra lengua nos llega del árabe. Significa, quiera Dios.
Jun. 19, 25