Ayer por la mañana los mercados financieros del mundo se derrumbaban, la mezcla mexicana de petróleo cotizaba 20% debajo de su precio y el peso alcanzaba máximos históricos en su paridad frente al dólar
Después de uno de los peores fines de semana en la historia de los mercados financieros globales, la mañana del lunes necesitaba de un mensaje claro que diera certeza a los inversionistas que ahora viven en estado de pánico.
Era el momento preciso para que salieran a la luz pública los funcionarios de la Secretaría de Hacienda, del Banco de México; vamos, hasta el propio presidente a dar claridad de que este gobierno hará lo que haga falta para mantener la estabilidad de las finanzas y la economía mexicanas.
Ayer por la mañana los mercados financieros del mundo se derrumbaban, la mezcla mexicana de petróleo cotizaba 20% debajo de su precio y el peso alcanzaba máximos históricos en su paridad frente al dólar.
Y a la par de este escenario de pánico en los mercados, de gran incertidumbre para las finanzas y la economía de México y el mundo, en la mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, en Palacio Nacional, se daban vuelo con el Quién es Quién en los Precios, de la Profeco.
En lugar de tener en primera fila al secretario de Hacienda para dar cuenta de la estrategia nacional ante este escenario de inevitables consecuencias para la economía, estaba el director de ese instituto, que resume en su nombre la esencia populista de la 4T, para Devolver al Pueblo lo Robado.
Y cuando el presidente finalmente tomó la palabra fue para quejarse de que la marcha de mujeres del domingo tuvo una enorme cobertura por parte de los medios de comunicación.
Sobre la preocupante situación financiera que en ese momento generaba un temor mundial, nada. La única reflexión presidencial fue, literalmente, la última respuesta de López Obrador en la que dijo que van a esperar a que los mercados se calmen y mostró su confianza en que el peso se va a recuperar. Ésa es la estrategia.
Dólares a 21 pesos, barriles de petróleo a 30 dólares, un derrumbe del precio de las acciones. Y no hay respuesta gubernamental.
Los supuestos macroeconómicos sobre los que está tejido el paquete económico para este año están rebasados. La economía no va a crecer a 2 por ciento. Los barriles de la mezcla mexicana de petróleo difícilmente van a alcanzar 49 dólares por barril y las coberturas petroleras son parciales y se cobran a finales de año.
Una economía que no crece, no logra sus tasas de recaudación y hasta hoy ni una palabra de recortes al gasto público. Y, entre muchas otras cosas, ya se gastaron la mitad del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, 125,000 millones de pesos, cuando claramente no se lo debieron gastar.
Hoy en el mundo hay claramente una crisis financiera que amenaza con traspasarse a la actividad económica global. Y en el gobierno mexicano hay una parálisis que preocupa por la falta de mensajes de certidumbre hacia los mercados.
Si la economía mexicana tuviera fortaleza, si los niveles de confianza en el manejo económico fueran elevados, si se observara una correcta conducción de la inversión y el gasto públicos, podríamos, como propone la 4T, esperar a que los mercados se tranquilicen y se recupere el peso. Pero el escenario es otro.