“¿Va usted a meter a la cárcel, al actual gobernador, Rodrigo Medina?” -preguntó Carlos Loret de Mola- al candidato ganador a la gubernatura de Nuevo León
“¿Va usted a meter a la cárcel, al actual gobernador, Rodrigo Medina?” -preguntó Carlos Loret de Mola- al candidato ganador a la gubernatura de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón. “Claro, si robó, claro que sí” -respondió el candidato independientemente, apodado El Bronco. “Creo que hay que investigar a todo el gobierno” “¿Y robó?” –interrumpe Loret. “Bueno, eso lo tendrá que decir la autoridad -contesta el futuro mandatario estatal-, yo no soy más que un elemento que llegará al gobierno a revisar y si hay en nuestra revisión condiciones para poder hacer la denuncia, para que le investigue, lo haremos, lo haremos, claro que lo haremos”. “Oiga -aprovecha el reportero para tocar un tema particularmente interesante- ¿debe tener miedo, esta mañana, el papá de Rodrigo Medina?” “Pos no sé ni donde está -dice el entrevistado. Creo que vino a votar. Pero no sé si tendrá o no miedo. Lo que sí debe ser es que debe estar preocupado, porque se le ha involucrado en muchas cosas y él tendrá que demostrar que no son ciertas”.
El redactor de estas líneas, que tiene algunos amigos regios, ha sabido de las trapacerías de la familia Medina y ha quedado estupefacto. ¿Cómo es posible que capitaneados por Humberto Medina Ainslie, el jefe de la familia, sus hijos Rodrigo, Alejando y Humberto, hayan caído en la más abyecta corrupción? Están acusados de lavar dinero en las Islas Caimán, poseen 12 empresas inmobiliarias, dos de ellas en Estados Unidos. Además, el gobernador tiene bienes inmuebles por 500 millones de pesos y su padre es dueño de siete predios en el municipio de San Pedro, con valor de 300 millones de pesos. Despojo de tierras ejidales y sobreprecio en las obras gubernamentales aparecen en su catálogo de fechorías.
Fueron los antecedentes delictivos del gobernador Rodrigo Medina, aunado a la endeble personalidad de la ex alcaldesa de Guadalupe, Nuevo León, y locutora de una estación grupera, Ivonne Álvarez, además del tono grisáceo del panista Felipe de Jesús Cantú, los que hicieron que la candidatura independiente de un dicharachero y echado pa´delante Bronco, ya con la bendición de los ricos regiomontanos simbolizada en su mancuerna Fernando Elizondo, se llevara de calle la elección.
Los ciudadanos neoleoneses no se explican porque los de por sí decadentes y desprestigiados partidos políticos escogieron tan malos candidatos. En un principio se dijo que el PRI pondría al secretario de Economía de Peña Nieto, Ildefonso Guajardo Villarreal. Al parecer, cuando los integrantes del círculo cercano al presidente no encontraron un suplente lo suficientemente mediocre como para suplir a Guajardo Villarreal, prefirieron no moverlo de su secretaría y optaron por la locutora Ivonne pues, según se especulaba en ese entonces, el PAN, probablemente, designaría candidata a la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, la misma que le entregó las llaves de la ciudad que está al pie del Cerro de la Silla nada menos que a Jesucristo. (No me haga mucho caso pero se dice que Jesucristo no aceptó las llaves: “Me las dan cuando la ciudad está sucia y llena de narcos” -se quejó el Señor).
Algo falló y Margarita -nombre que al parecer no gusta en Acción Nacional- se quedó con las ganas de invitar a la Santísima Trinidad a conocer el estado, comer cabrito y machacado con huevo.
Pero de regreso a las pillerías de Rodrigo Medina and family; Jaime Rodríguez Calderón hizo un listado de sus principales compromisos prometidos a los ciudadanos, en el cual figura en el punto dos: resolver la corrupción en el gobierno. Prometió llevar a la cárcel a todos aquellos funcionarios que comentan corrupción y, muy a su manera, mencionó: “El que robe, le mochamos la mano”. Obviamente lo dijo en sentido figurado, si lo hubiera expresado en significado real, los cuatro miembros de la familia Medina aquí mencionados se quedarían mochos por los moches. Ha sido tanto lo robado que merecerían la cercenadura de las dos manos, lo que, viéndolo por el lado positivo, generaría empleos, ya que los Medina necesitarían ayuda para comer, para vestirse, bañarse y hacer sus necesidades fisiológicas.
Oí por ahí
El gobernador Medina tenía en su agenda asistir a misa el domingo para reconstruir su deteriorada imagen. Su director de Comunicación Social hace una visita al obispo y le propone contribuir con 1 millón de pesos para el templo si durante la misa el prelado dice: “Rodrigo Medina es un santo”. El obispo acepta a pesar de que sabía la mala opinión de los fieles sobre el mandatario.
Llegó el domingo, Rodrigo Medina estaba en la iglesia y el obispo oficiante tomó la palabra: “Este domingo quisiera hablarles de nuestro gobernador, que es un mentiroso, demagogo, un ladrón que hace negocios con el dinero del erario. Se aprovechó de la tragedia del huracán Alex para desviar recursos… Los sobornos son una de las características de su administración. Ha otorgado numerosos contratos a empresas de su propiedad o de sus amigos. Se la pasa vacacionando con su familia en Orlando. Por la inseguridad que él contribuyó a crear vive en Estados Unidos, para venir a Monterrey usa un helicóptero que nos cuesta a los ciudadanos. Rodrigo Medina es el peor ejemplo de lo que un buen cristiano debe ser. Pero comparado con Fidel Herrera, Arturo Montiel y Humberto Moreira… Rodrigo Medina es un santo”.
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