Cualquiera que sea el destino de José Antonio Meade Kuribreña, cuenta con un núcleo de cercanos cuya primera generación coincidió hace tres lustros en la Financiera Rural, institución del foxismo forjada para tratar de superar el pasado de corrupción de Banrural, que durante décadas estuvo secuestrada por políticos y líderes campesinos. / El precandidato presidencial … Continued
Cualquiera que sea el destino de José Antonio Meade Kuribreña, cuenta con un núcleo de cercanos cuya primera generación coincidió hace tres lustros en la Financiera Rural, institución del foxismo forjada para tratar de superar el pasado de corrupción de Banrural, que durante décadas estuvo secuestrada por políticos y líderes campesinos. / El precandidato presidencial del PRI despachaba entonces en el sexto piso el vetusto edificio de la colonia Escandón —Agrarismo esquina Viaducto Miguel Alemán— y entre su equipo destacaban dos de sus compañeros del ITAM: el abogado Virgilio Andrade y el economista Jaime González Aguadé, quien además coincidió con Meade en Yale.
Los orígenes de ese equipo compacto van más atrás. Al barrio de San Ángel, al Colegio Olinca. Allí llegó Carlos Mendoza Davis para estudiar el bachillerato y su padre —primer gobernador de Baja California Sur y para esas épocas funcionario de Hacienda— recurrió al consejo de su amigo Dionisio Meade. Los hijos de ambos desde entonces son amigos entrañables. Y en la Facultad de Derecho de la UNAM conocieron al guanajuatense Ignacio Ernesto Vázquez Chavolla.
Entre locales y foráneos. Entre la UNAM y el ITAM. Meade Kuribreña tejió una red de leales que ahora se integrarán a la campaña presidencial y quedarán bajo las órdenes de Aurelio Nuño. Los primeros en aterrizar en las tareas político-electorales serán González Aguadé, actual presidente de la Comisión Nacional Bancaria de Valores, y Rolando Ocampo Alcántar, quien es vicepresidente del Inegi y conoció al abanderado tricolor cuando ambos trabajaron en el sector agropecuario, en el sexenio foxista.
El actuario sinaloense, experto en cartografía y opinión pública, coordinará a los estrategas de tierra, mientras que el economista atenderá la vinculación del candidato con empresarios e inversionistas.
La Junta de Gobierno de la CNBV sesionará a mediados de la semana. González Aguadé tramitaría su renuncia ante esa instancia, que por ley está encabezada por José Antonio González Anaya. En Los Pinos revisan la terna propuesta por la subsecretaria del ramo, Vanessa Rubio, para ocupar la vacante y la propuesta más sólida recae en el actual jefe de la Unidad de Banca, Valores y Ahorro, José Bernardo González, quien hasta antes de incorporarse al equipo de Pepe Meade, hace dos años, estuvo como vicepresidente de política regulatoria y fue el encargado de implementar la reforma en la Comisión.
Antes del jueves ocurrirán estos cambios. El jueves quedará vacante la vicepresidencia de Información Estadística del Inegi, que ocupa Rolando Ocampo Alcántar, quien fue designado para cubrir un periodo que concluye en el 2020.
La Junta de Gobierno de ese órgano autónomo tuvo una vacante temporal por el permiso de maternidad que tramitó su integrante más reciente, Paloma Merodio, quien ya está totalmente reincorporada a sus actividades, como vicepresidenta del subsistema de información geográfica, medioambiental y urbana.
En ambos casos, los sustitutos son designados por el Ejecutivo federal. En la CNBV, a través del secretario de Hacienda. Y en el Inegi, con el aval del pleno del Senado de la República, que cierra el año legislativo el próximo viernes 15 y suma otro pendiente.
En el Inegi esperan que a la Junta de Gobierno “alguien de adentro” —en reconocimiento a la burocracia de esa institución— pero saben que el nuevo grupo hegemónico del peñismo está atrincherándose. Y los hombres de Meade están en la campaña. Y en las estructuras de gobierno.
EFECTOS SECUNDARIOS
CONSOLIDACIÓN. Los itamitas, a por todas: Pepe Meade necesita el mayor número de votos posibles, sin regateos, y eso derivará en la postulación de sus más cercanos a las nueve gubernaturas, bajo las siglas del PRI, no obstante que la empresa implique sornas y descalabros. A la CDMX va Mikel Arriola. Y bajo la misma lógica, el senador Pepe Yunes Zorrilla —compañero de aulas y de las grillas juveniles del abanderado presidencial— va por la gubernatura de Veracruz contra todos los pronósticos. En Chiapas, el ascenso de los tecnócratas favorecería al ex dirigente estatal, Roberto Albores Gleason, quien se cuenta entre los mejores amigos de Enrique Ochoa, aunque el exrector Jaime Valls Esponda, actual secretario general de la ANUIES, tiene cercanía y confianza con Meade, lo que descartaría a Pepe Toño Aguilar Bodegas y al diputado local Eduardo Ramírez Aguilar, ambos cercanos al gobernador Manuel Velasco. Y para Yucatán, su apuesta es Jorge Carlos Ramírez Marín, quien ahora mismo enfrenta la guerra sucia de sus adversarios internos. Para Puebla, el prospecto meadeadista es el diputado federal Jorge Estefan Chidiac.
SUSPICACIAS. Molestas por la eliminación de Mauricio Merino en el proceso de selección del nuevo Auditor Superior de la Federación, las ONG especializadas en el tema han cuestionado la legitimidad de la terna generada en la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados. “¿Bajo qué criterios fueron escogidos, entre los 41 aspirantes? ¿Por qué no figuró una mujer?”, cuestionaron, al tiempo de quejarse sobre el “consenso” entre las fuerzas políticas, aunque entre éstas tampoco hay arreglo. Al contrario, el golpeteo contra Arturo Orcí es reflejo de los desencuentros que prevalecen entre el grupo gobernante. “David Colmenares y Ángel Trinidad son candidatos de la tecnocracia peñista”, se quejan legisladores marginados de la toma de decisión, “y Orcí está cuestionado por haber coincidido laboralmente con Emilio Gamboa, hace 25 años”.