Janet Yellen ya pintó su calaverita y tendrá que dejar la silla principal del banco central del mundo en manos de alguien más afín al presidente de Estados Unidos. Mientras tanto, en México, a pesar de la fuerte presencia espiritual, material y financiera que tiene Agustín Carstens, algunos ya empiezan a percibir la imagen del … Continued
Janet Yellen ya pintó su calaverita y tendrá que dejar la silla principal del banco central del mundo en manos de alguien más afín al presidente de Estados Unidos.
Mientras tanto, en México, a pesar de la fuerte presencia espiritual, material y financiera que tiene Agustín Carstens, algunos ya empiezan a percibir la imagen del actual gobernador del Banco de México como un fantasma que se pasea por los pasillos de esa institución.
En el caso de Estados Unidos, dicen que es cosa del diablo que desde el Salón Oval debe decidir ya quién será el remplazo de Yellen. Los espiritistas han invocado el espíritu de un espectro que se pasea por los propios salones de la Reserva Federal (Fed).
La ouija de los que aman adelantar pronósticos asegura que del caldero presidencial está por salir el nombre de Jerome H. Powell como el próximo titular de la Fed. Este aparecido no es nuevo en el mundo de los espantos financieros. Es actual gobernador del banco central, de los que toman decisiones en la tumba de la Fed. Pertenece a los nichos republicanos que han servido a espantos famosos como George W. Bush.
No hay que olvidar que a la actual presidenta de la Fed le cayó el maleficio de boca del propio Donald Trump cuando la acusó de usar la política monetaria de Estados Unidos con fines políticos para favorecer a Barack Obama. Eso es visto al equivalente de quemar a una bruja de Salem en leña verde y por lo tanto la hacen inelegible para un periodo más.
En el panteón de las catrinas financieras mexicanas, sabemos que ese fantasma mayor que es Agustín Carstens fue elevado a los altares mayores de las ofrendas del Banco de Pagos Internacionales, lo que deja una vacante entre el cempasúchil y el incienso del retablo monetario mexicano.
Hay un buen candidato que está de hecho ahora mismo pidiendo su calaverita. Sólo que es un espanto de tan altos vuelos que podría llegar a la cúspide del panteón de Los Pinos, siempre y cuando, claro, derrote en las urnas a ese espíritu chocarrero que lleva 18 años espantando a chicos y grandes con sus engendros del peor de los populismos.
Hay otras sombras en el mundo financiero que tienen mucho menos presencia en el mundo de los demonios de la política que, a pesar de ser nombres desconocidos en las criptas del panteón que ve la opinión pública, tienen amplia experiencia en eso de exorcizar la política monetaria.
Noviembre va a ser un mes de espanto y no parece haber una buena legión de cazafantasmas lo suficientemente efectiva para evitar los daños que pueden provocar en los mercados temas como la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el paquete fiscal de Trump, los lazos de la campaña del ahora presidente con Rusia y otras calamidades más que flotan como brujas que vuelan en sus escobas.
Por eso es que un pronto y efectivo conjuro de las fuerzas fantasmales de los bancos centrales puede ser el equivalente al diente de ajo frente al vampiro de la especulación, antes de que nos cargue la huesuda de la devaluación y la recesión.