No hay una forma sensata de poder hacer un buen balance de la gestión de este gobierno. El domingo sería el momento de pedir cuentas ante tal fracaso que tanto ha dañado al país
Si México no hubiera caído en las fauces del populismo y más personas entendieran la dimensión de lo que ha ocurrido en su país, en lugar de haberse hipnotizado con el carisma presidencial, hoy sería insostenible pensar en la continuidad de este régimen.
Hay evidencias, hay cifras, todas contundentes, de que este sexenio no sólo resultó un tiempo perdido, sino que, además, corregir todo lo destrozado habrá de tomar una década en algunos casos y una generación en otros.
Con todo, las mediciones serias le dan una popularidad a Andrés Manuel López Obrador de 50 por ciento. Hay que decir que está en marcha la construcción de un escenario en el que algunas encuestas alteradas le permitirán decir que terminará como el P’residente más popular de la historia contemporánea, algo totalmente falso.
Hay situaciones donde se percibe en carne propia el fracaso de López Obrador, como en la enorme inseguridad pública, o en la falta de servicios médicos suficientes. Y ni con tales carencias que enfrentan millones hay un vínculo de esas calamidades con la figura presidencial.
Otros fracasos están bien documentados y con cifras oficiales, y muestran que México termina el sexenio prendido de alfileres en cuestiones económicas.
No hace falta que lo diga el Financial Times, como lo publicó ayer, es evidente que México enfrenta el mayor déficit fiscal desde los años 80, por ese gasto descomunal, irresponsable, que este año ordenó el Presidente para influir en los electores.
Esto es una bomba con la mecha encendida que no pueden ver muchos electores, pero más vale que la próxima Presidenta empiece por ahí su mandato, por corregir la irresponsabilidad fiscal de López Obrador.
El mal manejo y la enorme corrupción con la que se ha manejado el sector energético, además de dejar exfuncionarias multimillonarias, ha puesto en peligro la seguridad energética nacional.
El sistema eléctrico nacional está en crisis, los apagones son una primera muestra, y los números así lo avalan. De acuerdo con datos de México Evalúa, el gobierno de López Obrador fue el que menos invirtió en todo este siglo en la Comisión Federal de Electricidad, tanto en generación como transmisión y distribución. El que más invirtió en este lapso fue el gobierno de Felipe Calderón.
López Obrador recibió una producción petrolera de 1.8 millones de barriles diarios y, con poca estrategia pero mucha demagogia, prometió terminar su sexenio con una producción de petróleo crudo de 2.6 millones de barriles diarios.
Bien pues la producción de petróleo crudo en México se ubicó en abril pasado en 1.5 millones de barriles diarios, su nivel más bajo desde 1979 y son datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos.
Y con algo más, López Obrador decretó la cancelación de 50% de las ventas de petróleo al exterior para destinar esos barriles a la refinería que no refina en Dos Bocas, Tabasco.
No hay una forma sensata de poder hacer un buen balance de la gestión de este gobierno. El domingo sería el momento de pedir cuentas ante tal fracaso que tanto ha dañado al país.
Pero la propaganda, donde el régimen sí tiene una maestría absoluta, mantiene dominadas muchas conciencias que prefieren no ver el enorme elefante que pisotea al país.