Millones y millones de estadounidenses reaccionan con cada día más rabia y frustración a las promesas incumplidas del presidente Donald Trump
Millones y millones de estadounidenses reaccionan con cada día más rabia y frustración a las promesas incumplidas del presidente Donald Trump, parte de su esfuerzo de regresar -a cualquier costo- a la Casa Blanca, como lo manifiestan con más frecuencia en las calles.
Y es que, tras eliminar pesos y contrapesos de la Constitución, para garantizar el balance de poder, con Inspectores Generales Independientes de cada oficina del Gabinete, asignados para asegurar una actuación ética, supervisar, evitar fraudes y abusos con los recursos, Trump ahora puede actuar sin preocupación ni control alguno.
Autoritario, eliminó la Agencia Internacional de Desarrollo, (USAID), desaparecerá el Departamento de Educación y analiza la forma de despedir a decenas de miles de empleados de otras agencias, en tanto amenaza anexar Canadá, despojar a Panamá de su canal, tomar por la fuerza Groenlandia, porque “cree que está lejos de Dinamarca y ellos solo dicen tener derechos, por haber desembarcado ahí, hace 200 años.”
Guiado siempre por un marcado racismo -aún cuando tiene dóciles empleados minoritarios- Trump ordenó a Pete Hegseth, secretario de Defensa, retirar del Pentágono todas las fotografías de héroes y militares Latinos, Mujeres, Negros y LBGT con servicio distinguido, y borrar sus nombres, de las 400 mil tumbas del gigantesco y famoso Cementerio Nacional de Arlington.
También, “desaparecer” sus historias del website del Cementerio, incluyendo las de destacados personajes desde la Guerra Civil, que son parte del selecto grupo de 400 galardonados con la Medalla de Honor.
Apurando la demolición del “estado administrativo,” prioridad de su agenda, Trump paraliza fondos federales críticos, recortó plazas de controladores de vuelos aún después de accidentes registrados, redujo servicios para veteranos de guerra, ajustó presupuestos, desaparece agencias como USAID o Departamento de Educación, que fue un gran apoyo como guía nacional de la enseñanza, y ayuda alimenticia a niños de familias de bajos ingresos o con necesidades especiales.
Si bien el presidente tiene autoridad para hacerlo, respetando leyes y procedimientos, prefirió ignorarlos e imponer -como en todo- su voluntad, sobre un gabinete dócil, callado, obediente e incondicional como legisladores antes Republicanos, convertidos en empleados del Ejecutivo, a su servicio, sin más propósito que darle cuanto pide, halagarlo y complacerlo, incapaces de advertir de consecuencias o debatir sus acciones.
Para trabajar a su gusto, Trump invistió con autoridad especial a Elon Musk, sudafricano multimillonario, que aportó más de 300 millones de dólares a su campaña electoral, quien -al margen de procedimientos legales- exige, obtiene y analiza, las bases de datos más confidenciales en el país, con información personal sensitiva, de todos los individuos y empresas nacionales, antes celosamente custodiadas por el Departamento del Tesoro, Seguro Social, Medicare y Medicaid, nunca antes revelada, por leyes que la protegen.
Por esa función, por su saludo Nazi y más recientemente un “posting” en X, que borró después, “absolviendo” a Hitler, Stalin y Mao Tse Tung de “masacres que injustamente se les atribuyen” Musk se ha convertirse en el personaje más odiado del mundo, a quien exigen renunciar que, mientras sus carros eléctricos se destruyen y vandalizan, y cuya la venta se ha desplomado.
Musk obtuvo y procesa cuentas de banco, cheques, deudas, pagos, depósitos, declaraciones de impuestos, direcciones, teléfonos e información estrictamente personal, de la que alguna se utiliza para los despidos masivos de burócratas, incluyendo quienes realizaban un trabajo único para la Seguridad Nacional, como responsables de silos y arsenal nuclear, Departamento de Control de Enfermedades Infecciosas, la Administración Nacional para el Océano y la Atmósfera y otras, lo que ha generado gran inseguridad e incertidumbre.
Así, sin oposición, asesoría o recomendación alguna, Trump aplica tarifas comerciales a diestra y siniestra contra aliados, socios comerciales y vecinos de Estados Unidos, como México y Canadá, o a China, Unión Europea y otras naciones, aferrado a la errónea idea de que “ganará mucho dinero” sin comprender que son los consumidores quienes finalmente pagan esas tarifas, con lo que sueña “rescatar” una planta industrial que la globalización terminó de aniquilar, la década de los 90 para devolver el modo de vida de los años 60. a los estadounidenses.
Aparentemente ignorante de principios básicos de la economía, Trump manipula medias verdades, lanza acusaciones falsas y dice fantasías, acusando a los países que acusa “de haber abusado de Estados Unidos” con lo que quiere justificar el déficit comercial de esta nación, en lo que más parece ser humo para desviar la atención de sus ambiciosos planes con el presidente Vladimir Putin, de Rusia.
Trump dice “admirar” a Ronald Reagan, pero hace justo, lo que el expresidente se oponía.
“Cuando alguien quiera aplicar tarifas comerciales aparentando una actitud patriótica para “proteger productos americanos y fuentes de empleo, debe saber que generaría dependencia del proteccionismo, falta de competencia e innovación, tarifas de represalia, guerras comerciales con más altas barreras arancelarias y aumentos de precio, cada de ventas y el colapso de mercados …”
Con su ilusión de revivir la planta productiva, Trump parece haber olvidado sus promesas de bajar los precios del huevo, alimentos y gasolina, reducir la inflación, iniciando una injustificada guerra comercial, con tarifas a diestra y siniestra, que dispara los precios, genera inestabilidad financiera e incertidumbre global que ahora amenaza también con una recesión.
En lugar de estímulos a la economía en pujante recuperación y dinámico crecimiento que recibió, Trump golpeó al aparato productivo con una indiscriminada cacería de indocumentados, que causarán el desplome del PIB, del 4.2 al 6.8% (1.1 a 1.7 billones de dólares, como se cuentan en México).
La deportación de todos los indocumentados, a los que acusa de “invasores improductivos” privaría al gobierno de Estados Unidos, de:
- 46 mil 800 millones de dólares al año en impuestos federales
- 29 mil 300 millones de dólares en impuestos estatales y locales.
- 22 mil 600 millones de dólares de pagos al Seguro Social.
- 5 mil 700 millones de dólares en pagos a Medicare.
- 256 mil 800 millones de dólares de poder de compra.
Las redadas se realizan con base a perfiles raciales, lo que ha resultado en flagrantes abusos, como la invasión ilegal de casas, destrucción de ventanas de automóviles o repatriación de niños enfermos internados en hospitales, recuperándose de cáncer, sin la prioridad de remover criminales indocumentados.
Cuando finalmente se deportó a 300 integrantes de la pandilla Tren de Aragua, de Venezuela, a El Salvador, se hizo, pisoteando una orden de suspensión temporal, del Juez Federal de Distrito James Boasberg, quien solo quiso asegurar la legalidad del procedimiento.
En cuanto a sus promesas de que “podía negociar en un día,” Trump ahora dice que “estaba siendo sarcástico” ante el fracaso de la paz en Ucrania, debido a que se alineó con el presidente Vladimir Putin, de Rusia, quien le ha apoyado desde 2016, (haciendo campaña por él en redes sociales y otros medios, confirmado en el reporte del fiscal especial Robert Mueller.