Hubo un momento en el que las decisiones de política monetaria, tras la reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico), se daban a conocer el viernes tempranito, a la apertura de los mercados. Pero resulta que tras la reunión del jueves y antes de la publicación del viernes, se filtraba la … Continued
Hubo un momento en el que las decisiones de política monetaria, tras la reunión de la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico), se daban a conocer el viernes tempranito, a la apertura de los mercados.
Pero resulta que tras la reunión del jueves y antes de la publicación del viernes, se filtraba la decisión de la Junta de Gobierno y alguien tomaba ventaja de esa información privilegiada.
Eso habla del nivel de impunidad en el que transita este país. Lejos de investigar y castigar esas filtraciones, la salida que adoptó el actual gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, fue acelerar la publicación de la decisión de política monetaria.
Es por eso que será este jueves en punto de la 1 de la tarde y no el viernes por la mañana cuando tengamos la última decisión de política monetaria del banco central mexicano encabezado por Agustín Carstens.
El mercado espera que la tasa de interés se mantenga en 7% actual, a la espera de que el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) decida un nuevo incremento en su reunión de finales de este mes.
Entonces sí, tras ese aumento, la expectativa es que el banco central de México pudiera decidir un nuevo aumento. Pero eso ya no será tema de Carstens pues ésa, que será la última reunión de los tomadores de decisiones de política monetaria en México, se dará el 14 de diciembre, cuando el mexicano ya esté con algún buen abrigo caminando por las calles de Basilea, en Suiza.
Si algo insistió el Banxico bajo la conducción de Carstens era que no necesariamente México seguiría a pie juntillas las decisiones de la Fed. Vamos, si allá subían la tasa, acá no se tenía que hacer de manera automática. Pero hoy el aumento del costo del dólar es un accesorio más a la inestabilidad que viven los mercados, en particular el mexicano.
Es la gota que derrama el vaso de la temporada de golpear al peso, y se da con un premio mayor por llevarse los capitales al dólar.
Pero más allá de que no es la misión del banco central cuidarle las espaldas al peso, hay presiones que se pueden notar en la inflación. Empezando por el aumento en el precio de los combustibles que hoy juegan un poco más al mercado libre.
Además, los planes fiscales y comerciales del régimen de Trump pasan por encima de los intereses mexicanos y el costo del dinero es parte de esa primera línea de blindaje ante la arremetida de la Casa Blanca.
Nada de eso le tocará ya a Carstens, quien ejerció su libre albedrío de tener una vida mejor en Suiza. Pero sí es obligación del presidente y de los senadores tener un remplazo de prestigio en los mercados y probada capacidad técnica para responder a este trabajo.
Que al mejor candidato lo dejen para la mejor candidatura, pero que no ocupe la silla vacante del banco central mexicano alguien que sea más político que financiero, y más si no tiene las mejores credenciales fiscales en su currículum.
En todo caso, al interior del Banco de México hay perfectos desconocidos para la opinión pública que son excelentes perfiles para gobernar el banco central.