El discurso morenista, por el contrario, argumenta que la mayoría eligió continuar con la cuarta transformación (perdón, pero no se merece escribirla con mayúsculas) y ese es su gran error
LIC. LUISA MARÍA ALCALDE,
PRESIDENTA NACIONAL,
MORENA:
+He perdido el derecho de ser ciudadano
de un país democrático. Y ese privilegio me lo
quitaron AMLO y Claudia Sheinbaum
Dr. Ernesto Zedillo
Seguramente usted y la mayoría de sus correligionarios habrán ignorado la esclarecedora entrevista que el expresidente Ernesto Zedillo concedió al diario español El Mundo (25/10/2015). De haber ocurrido lo anterior, sería un grave error; no recuerdo que ningún político -del nivel que fuera- haya dado por muerta nuestra democracia y en página y media de periódico diera un diagnóstico tan certero de la defunción. No dice nada que desconozcamos o que los analistas y columnistas no hayamos mencionado en su momento, es solo que dicho de corridito y viniendo de alguien que inició la transición a la democracia cae de peso.
“La tragedia es que MORENA,” expresa el doctor Zedillo, “en su intento de construir un partido hegemónico, ha copiado lo peor del PRI y nada de lo bueno. (…) No tienen un proyecto para hacer de México un país moderno y con verdadera justicia social. Solo tienen un proyecto de poder”.
El discurso morenista, por el contrario, argumenta que la mayoría eligió continuar con la cuarta transformación (perdón, pero no se merece escribirla con mayúsculas) y ese es su gran error. Ustedes creen que el voto de la mayoría es equivalente a la voluntad general de una nación y, al hacerlo, están rompiendo el contrato social que los ciudadanos todos tenemos con la autoridad gobernante.
Cuando un pueblo acepta un pacto social, no se refiere a la voluntad o a la opinión de una mayoría dominante, sino la voluntad general, siento esta última la expresión racional del bien común. Una autoridad no puede excluir del contrato social al 43% que no le es afín.
Porque un elemento esencial de la voluntad general es la deliberación amplia de los temas y asuntos que afectan al país, así como las leyes que lo han de regir. Usted me dirá que en el Congreso se “delibera”, pero no es así; dígame un solo punto propuesto por la oposición que MORENA haya incluido en las muchas leyes que recién han aprobado. Ni uno solo. Se acogen al “derecho” del más fuerte, el cual acaba por ser una imposición y, por tanto, se distancia de toda idea de justicia.
MORENA juega con los deseos de la población, para luego imponerle normas y leyes que a la postre solo beneficien a la concentración del poder en el partido. Casos hay montones, como la militarización, el control del Congreso, la opacidad por decreto, etc. Por ejemplo, todos queríamos una reforma al Poder Judicial, pero no la que nos recetaron y que ha llevado a gente impreparada a puestos donde se decide el destino de la gente. Cómo es posible que un ministro desconozca las reglas de funcionamiento de la Corte que preside o que un juez tenga que declarar un receso porque ignora cómo conducir un proceso. Y peor aún, la Corte ha perdido su carácter de defensor de la constitucionalidad de las leyes y el amparo ya solo es un espejismo.
La próxima imposición vendrá por el lado de la Reforma Electoral. Todos queremos que los partidos reciban menos prerrogativas o, en todo caso, que las usen para conectar con las necesidades de la población. Lamentablemente, tiene todos los visos para asegurar que el INE y el Tribunal estén alineados del lado guinda y que la representación de las minorías sea un sueño.
El voto pro-MORENA fue por los programas sociales y por una narrativa emocionante, polarizante y revanchista; los primeros no fueron una idea original de los guindas, solo se los apropiaron y, desde luego, los extendieron, muchos de ellos sin la justificación de que tendrían un impacto real más allá del clientelismo partidista a costa del erario. Y cuando la voluntad de las personas se gana por chantaje económico, nos conduce a la tiranía y niega a esa gente su condición de ciudadanos.
MORENA, nos dice el doctor Zedillo, “ha suprimido la división de poderes y los contrapesos. Han desmantelado el Estado de Derecho y los organismos de control, como el de transparencia”. Está gobernando para su propia mayoría y no para la voluntad general, en la cual deben conciliarse tanto los intereses de la mayoría como los de las minorías para arribar a un bien común que sirva a todos y cada uno de los que habitamos el país. Con ello, repito, está violando el pacto social y perdiendo su legitimidad.
Dicho sea de paso, la legitimidad no es un cheque en blanco obtenido en las urnas, doña Luisa María; es un relación entre gobernantes y gobernados basada en la transparencia, la eficacia, la deliberación y el respeto al bien que es común a todos. Y ustedes se están gastando los fondos que respaldan ese cheque.
Con la colaboración de Upa Ruiz
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