Mientras Andrés Manuel López Obrador deje trabajar en paz a Carlos Urzúa y a su segundo a bordo, Arturo Herrera, todo podrá ir bien
Ya es por demás difícil el trabajo de un secretario de Hacienda, como para que además su jefe apueste en contra de sus propias proyecciones económicas.
Pero no importa. Mientras Andrés Manuel López Obrador deje trabajar en paz a Carlos Urzúa y a su segundo a bordo, Arturo Herrera, todo podrá ir bien.
Una de las fronteras más importantes que tiene el actual gobierno para aspirar a que puedan mantener la estabilidad macroeconómica acaba de pasar satisfactoriamente.
La presentación de los Precriterios Generales de Política Económica 2020 era una primera aduana para saber si la 4T se apegaba a la realidad de una desaceleración o si bien se empeñaban en fijar una visión fantástica que incluyera metas inalcanzables de expansión del Producto Interno Bruto y, por lo tanto, de un gasto disparatado.
Afortunadamente, el documento presentado al Congreso por parte de la Secretaría de Hacienda, que perfila el rumbo que habrá de tener la presentación del Paquete Económico para el 2020, que se entregará al Poder Legislativo el 8 de septiembre, fue uno en línea con el sentido común y el compromiso de mantener la estabilidad fiscal.
La forma de gastar de este gobierno es otra historia. Sin duda que hay muchos disparates presupuestales, entre los proyectos de infraestructura y el gasto social asistencialista, pero todo esto se habrá de ejercer dentro de un cerco de responsabilidad macroeconómica.
El problema es que los funcionarios de Hacienda deben enfrentar la presión de las dependencias públicas que les reclaman, algunas de forma airada, los recortes presupuestales.
Deben enfrentar tanto a simpatizantes como opositores del actual gobierno que los atacan por incumplir con la promesa de crecer a 4% anual, como se prometió en campaña.
Tienen que lidiar con el fuego amigo de aquellos que desde dentro desean apoderarse de esos lugares privilegiados para dirigir el destino de los recursos y ahora se tienen que enfrentar al desprestigio de su propio jefe, el presidente de la República.
Flaco favor les hace Andrés Manuel López Obrador apostando en contra de las estimaciones de la Secretaría de Hacienda. Se quedaron cortos, dice el jefe del secretario de Hacienda, lo que puede interpretarse como la manera de sacar la cara por sus funcionarios para que ellos sigan trabajando, mientras el presidente genera falsas expectativas y, por lo tanto, él recibe las críticas.
O bien, puede ser la manera de amonestar a sus financieros por no cumplir con sus deseos de crecer por decreto a 4% cada uno de los seis años de su administración.
Mientras Urzúa y Herrera se mantengan en sus puestos, mientras sean intransigentes y no se alejen del sentido común financiero, mientras resistan las presiones de todos lados, incluida la presencial, la 4T tendrá margen para lucirse sin provocar un problema mayor para el país.
Es una lástima que sus malos tiros en gasto de inversión vayan a agravar la parálisis económica, en lugar de ayudar al crecimiento. Y van dos ejemplos: el parche al aeropuerto militar de Santa Lucía y la inútil y lejana refinería en Tabasco. No sería lo mismo para impulsar al PIB si el aeropuerto estuviera en Texcoco y los recursos para Pemex se fueran a la explotación petrolera.
Faltan cinco meses antes de presentar el Paquete Económico del 2020. En ese lapso habremos de conocer muchos datos económicos aparentemente no muy favorables. Ojalá que los espíritus populistas no invadan los terrenos que hoy controlan con mucha virtud los técnicos sensatos de la Secretaría de Hacienda.