La leyenda dice que cuando las almas regresaron al cielo, Dios le concedió verlas y pudo observar a todas llevando lo que se había colocado en sus ofrendas, mientras que su familiar únicamente tenía su raja de ocote
Esta semana los mexicanos viviremos EL DÍA DE MUERTOS, una de las tradiciones más arraigadas en la sociedad, producto de la fusión de las creencias de los pueblos indígenas, asentados en Mesoamérica y el Cristianismo traído por los conquistadores en el siglo XVI. Esta manera tan especial de recordar a quienes murieron es ya parte del PATRIMONIO INMATERIAL DE LA HUMANIDAD desde el año 2003.
Aunque la parte central de esta tradición es el montaje de ofrendas en memoria de quienes murieron, cada población le imprime su toque especial:
“Incluso la manera de montar las ofrendas y celebraciones puede cambiar de un pueblo a otro, aunque estén separados por una avenida o un puente”, me comentó en el año 2010 Rodolfo Rodríguez Castañeda, entonces director del Museo de las Culturas Populares de México.
Un ejemplo de esa diversidad en la celebración a los muertos la podemos encontrar en el municipio de Coatepec Harinas, al sur del Estado de México, donde cada 1 de noviembre los habitantes recorren las calles de los diferentes poblados para entregar una vela en la casa de las familias que perdieron a uno de sus integrantes para que ilumine el camino de su alma. A esta variante de la tradición de DÍA DE MUERTOS la llaman VELA NUEVA.
Por su parte las familias montan la tradicional ofrenda y ofrecen a los visitantes comida y, en ocasiones, un pequeño recuerdo, algo simbólico para recordar a quien falleció.
Un sello característico de las ofrendas de la VELA NUEVA son los manteles con bordados especiales, que según testimonios recabados, deben ponerse sobre la mesa en la que se coloque la ofrenda. Sin embargo, en años recientes, en las ofrendas se han colocado manteles pintados con motivos religiosos que se colocan en las paredes de la habitación.
Los manteles, como tales, no siempre estuvieron presentes en las ofrendas. En un testimonio que recabé hace años para un artículo que escribí para Noticieros Televisa, la señora Imelda me dijo:
“Lo de los manteles es nuevo, no tiene muchos años, al menos aquí en Cochisquila, cuando yo era niña lo que se hacía era bordar algo del tamaño de una servilleta, de las que usas para envolver las tortillas”.
No se tiene claridad sobre el origen de esta manera de celebrar el DÍA DE MUERTOS. Una recopilación de testimonios hecha por los cronistas del municipio indican que a mediados del siglo XIX esta conmemoración ya tenía estas características; sin embargo, no puede decirse que antes no se hiciera así.
LAS HISTORIAS
Alrededor de la VELA NUEVA existen infinidad de historias, una de las más extendidas, con diferentes variantes, es la que cuenta que una persona no quiso poner la ofrenda para su familiar recién fallecido y sólo puso sobre la mesa una “raja de ocote” (madera usada para encender fuego). La leyenda dice que cuando las almas regresaron al cielo, Dios le concedió verlas y pudo observar a todas llevando lo que se había colocado en sus ofrendas, mientras que su familiar únicamente tenía su raja de ocote.
EN EL TINTERO
Este año podemos poner una ofrenda en memoria de la DEMOCRACIA, el DIÁLOGO, y el ESTADO DE DERECHO que murieron en días pasados. El último clavo a los ataúdes, la renuncia en bloque de los ministros de la SCJN.
No puedo terminar la colaboración de este martes sin agradecer a don Joaquín López-Dóriga y a su equipo por estos dos años de aguantar mis intentos de poner el desorden. Muchas gracias. Dios mediante nos leemos el jueves.
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