He dado solo con una historia precisa del martirio del santo Joselito. Es el relato que obtuvo Teresa Zerón-Medina de labios de un cura de Sahuayo, hace dos años. Dice así: “En Sahuayo un grupo pequeño se levantó en armas. Un hermano de Joselito se unió al grupo. Joselito quería ir con su hermano pero … Continued
He dado solo con una historia precisa del martirio del santo Joselito. Es el relato que obtuvo Teresa Zerón-Medina de labios de un cura de Sahuayo, hace dos años.
Dice así:
“En Sahuayo un grupo pequeño se levantó en armas. Un hermano de Joselito se unió al grupo. Joselito quería ir con su hermano pero su mamá no lo dejaba porque tenía trece años y ‘no podía ni con el rifle’. Junto con un amigo fue a buscar al general de Cotija y le pidió formar parte en la lucha. El general los admitió y lo nombró encargado de la bandera y los toques de guerra.
“Joselito no portaba armas. En un enfrentamiento en Las Moras, por Cotija, al general le mataron su caballo. Joselito le dio el suyo y los federales lo agarraron prisionero. Se lo llevaron a Cotija y al día siguiente a Sahuayo.
“Joselito tenía un padrino de primera comunión que se llamaba Rafael Picaso, era diputado federal y uno de los ricos del pueblo. Todos esperaban que lo liberara. A cambio le pidió a su padre cinco mil pesos de oro. Su padre se fue a Guadalajara a conseguirlos.
“A Joselito lo aprisionaron en la parroquia del centro. La iglesia se había convertido en el cuartel de los soldados, ahí guardaban los caballos, la pastura y gallos que peleaban. El padrino era muy aficionado a los gallos de pelea y a los buenos caballos.
“Una noche dejaron que Joselito estuviera suelto dentro de la iglesia pues con la puerta cerrada no podría escapar. Cuando se durmieron los soldados, Joselito agarró los gallos favoritos del padrino y los mató, les dio vuelta y les cortó el pescuezo.
“Dicen que tenía un caballo fino con el que el padrino se paseaba, dicen que también se lo golpeó y con un tenedor le lastimó los ojos.
“Enfurecido, el padrino decidió matarlo. Los soldados no intervinieron, fue una cosa del pueblo. Picaso tenía un grupo de amigos, les decían La Acordada, era gente de la zona que ejecutaba sus órdenes. Ellos sacaron a Joselito y se lo llevaron lejos de la plaza, evitando a los curiosos, y lo martirizaron.
“Le cortaron las plantas de los pies y lo hicieron caminar hasta el panteón. Lo picaron con unos cuchillos en las piernas, en la espalda, mientras él gritaba ¡Viva Cristo Rey!” http://bit.ly/1SmCY3t